DON MARCELO Y LA LITURGIA

ANDRÉS PARDO

La huella sacerdotal y pastoral que, en servicio y fidelidad a la Iglesia, ha dejado el cardenal Don Marcelo, en sus fecundos ministerios episcopales en Astorga, Barcelona y, sobre todo, en Toledo, es imborrable. En estos días, con motivo de su fallecimiento, se ha puesto de relieve. Su obra siempre se ha canalizado por el cauce ordenado y fecundo de la auténtica renovación querida por el Vaticano II, en el que participó activamente como Padre conciliar. Pero pienso que no se ha subrayado suficientemente su decisiva postura y acción para promover la liturgia como expresión, proclamación y celebración de la fe, sobre todo en sus nueve años como Presidente de la Comisión episcopal de Liturgia.

Don Marcelo pasará a la Historia por haber promovido y alentado la unificación del texto del Ordinario de la Misa y de las Plegarias Eucarísticas para todos los países de lengua española, la de más uso actualmente en la Iglesia católica, y por su empeño y dedicación para lograr la actualización de la liturgia hispano mozárabe. Estos dos hechos son de una importancia trascendental.

Don Marcelo estaba firmemente persuadido de que merecía la pena buscar y lograr la unidad de los textos centrales del Misal, aunque hubiese que sacrificar ciertas preferencias, nacidas o de las traducciones hechas, o del uso ya establecido, o del gusto que la repetición y la práctica pastoral ha podido originar. En las varias reuniones tenidas en Roma con este motivo (1984-1986), en las que participaban los Presidentes y Secretarios de las respectivas Comisiones Nacionales de Liturgia de habla española, el arzobispo de Toledo siempre subrayó la total disponibilidad de España a favor de la unificación de textos, promovida por la Congregación del Culto Divino. Todos los trabajos se desarrollaron en la perspectiva esperanzadora de la preparación del V Centenario del comienzo de la evangelización del continente americano.

Si el cardenal Cisneros, consciente del patrimonio teológico, litúrgico y cultural del venerable rito hispano mozárabe, editó en 1500 el Misal para asegurar su permanencia, y fundó la Capilla Mozárabe para que se celebrara tan venerable liturgia, el cardenal Don Marcelo creyó oportuno afrontar una reforma profunda del mismo, purificándolo de elementos no propios, y tomó la decisión histórica de revitalizarlo y actualizarlo según las normas del Vaticano II, editando el Missale Hispano-Mozarabicum y el Liber Commicus o Lecionario.

La Iglesia, tanto en España e Hispanoamérica como especialmente en Toledo, le agradecerá siempre su amor y dedicación a la liturgia.

 

Publicado en ALFA Y OMEGA
9-9-2004

 

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