Presentación de la edición de la Biblia preparada por el Profesor Fuentes Mendiola, 1983.
“Los obispos, como transmisores de la doctrina apostólica, deben instruir a sus fieles en el uso recto de los libros sagrados, especialmente del Nuevo Testamento y de los Evangelios, empleando traducciones de la Biblia provistas de comentarios, que realmente la expliquen; así podrán los hijos de la Iglesia utilizar con seguridad y provecho la Escritura y penetrarse de su espíritu” (Dei Verbum, 25).
Atento a esta doctrina, me ha producido gran satisfacción ver la aparición de esta nueva edición ilustrada de la Biblia, preparada y dirigida por el Prof. Fuentes Mendiola, de modo ágil y popular, como conviene al público al que va dirigida: personas deseosas de conocer mejor la Palabra de Dios, aquella que inspirada por el Espíritu Santo se contiene en los libros sagrados.
El subtítulo, que la acompaña, “Mensaje vivo”, me parece muy oportuno, por cuanto sugiere una característica particular y exclusiva de la Biblia: su perenne y constante actualidad. “Dios quiso que lo que había sido revelado para salvación de todos los pueblos, se conservara por siempre íntegro y fuera trasmitido a todas las edades” (Dei Verbum, 7). De esta manera, con el correr de los siglos, los acontecimientos bíblicos siguen estando vivos, no sólo en el recuerdo de los creyentes, sino como savia que vivifica nuestras propias vidas. No olvidemos que la Palabra de Dios funda y mantiene la Iglesia; ella es la que da luz y orienta nuestras conciencias; la que, desafiando nuestros fallos y miserias, está siempre pronta a perdonar y devolvernos al camino de la Vida.
El mensaje de la Biblia, válido para los hombres de todos los tiempos, sigue siendo hoy tan actual como al comienzo de la historia de nuestra salvación. Ante cualquier peligro de involución materialista, en él encontraremos la luz que ilumina nuestro caminar cansino; la fuerza que acelera nuestro paso en la búsqueda de los valores verdaderos; la fuente revelada que nos llena de amor a Dios y al prójimo.
En la Biblia encontraremos también, por expreso querer de Dios, el porqué de los principales interrogantes, que inquietan al hombre de hoy: el sentido del dolor y de la muerte; la causa de los desequilibrios individuales y sociales, origen de envidias y de odios, causa de guerras enconadas entre quienes deberían tratarse como hermanos.
Al recomendar la lectura asidua de la Biblia, quisiera recordar, siguiendo el consejo del concilio Vaticano II, “que a la lectura de la Sagrada Escritura debe acompañar la oración, para que se realice el diálogo de Dios con el hombre, pues, como dice san Ambrosio, a Dios hablamos, cuando oramos; a Dios escuchamos, cuando leemos sus palabras” (Dei Verbum, 25).
Enero 1983.