Prólogo a la obra de don Laurentino Herrón titulado «San José en la poesía española», 1999.
Para escribir un libro como este, se necesita tener mucho amor a la Iglesia, al pueblo cristiano, a la piedad de los que tienen fe y, por supuesto, a san José y a los santos que se han distinguido por su amor a san José, como santa Teresa, san Bernardino de Siena, y a los poetas como Lope de Vega, Valdivielso, Gómez Manrique, Verdaguer…
Si el autor hubiera querido hacer una antología de poesía josefina sin más, le hubiera bastado hacer una recopilación de textos, seguidos unos de otros, cuyos autores hablasen de san José al dictado de su fantasía; y lograría, gracias a ese método, una presentación copiosa y muy llena de cuanto los poetas españoles podían ofrecemos como obsequio a nuestro deseo de conocer la belleza de su inspiración.
Pero el Dr. Herrán no ha optado por ese procedimiento. Él se ha imaginado que va a escribir la vida de san José y señala los diversos capítulos, de que se compone esa vida, y en cada uno de ellos vierte lo que los poetas han dicho sobre el bendito Patriarca a propósito de lo que allí se trata, o simplemente lo que aparece como dicho con referencia al mismo.
Los capítulos de lo que sería esa vida aparecen simplemente como una exigencia del orden de la redacción, que el autor trata de seguir, para dar claridad a la prolongada exposición, que va a hacer, de lo que los poetas han dicho sobre san José, desde sus oscuros orígenes hasta las excelencias que le hacen brillar con luz propia y ser declarado Patrono de la Iglesia universal.
Tome el lector las páginas que dedica a hablar de la “Adoración de los pastores” y sentirá el encanto de los versos, que van cayendo de la pluma de Lope de Vega, como perlas desgranadas de un collar.
Pastores, ¿no dirá siquiera alguno
de su esposo José alguna cosa
en tiempo de loar tan oportuno?
Cuando alabáis de Jericó la rosa,
¿es mucho que digáis que esta doncella
Es del casto José Virgen esposa?
Cuando decís que es pura, intacta y bella,
decir que Dios escoge un hombre puro,
que sirva de ángel para estar con ella.
Y así continuamente, a lo largo de toda la obra, van brotando como de un surtidor oculto las alegrías y las esperanzas, que se convertirán en gozos inefables, según avanza la realización de las promesas y el fluir de los años, durante los cuales se mueven las figuras de José y María en los distintos tramos de su vida.
De Lope de Vega es también lo que uno de los pastores dice dirigiéndose a san José:
Y vos, divino José,
viejo santo venerable,
padre de Dios putativo,
ayo de este tierno infante;
virgen, cuya gran pureza
fue digna de que la Madre
del mismo Dios se le fíe
y que la regale y guarde.
Plega a Dios que le veáis
gran letrado y estudiante,
maestro y legislador
de una ley, que todos guarden.
Supuesto que ya lo es
el Niño desde el instante
de su pura concepción,
y lo mismo que Dios sabe;
que podrá ser que algún día
buscándole por las calles
le halléis entre los doctores
maestros en las sacras artes.
Presentes pobres traemos,
niño Dios en pobre traje;
mas bien sabemos de Dios
lo que estima voluntades.
No puedo dejar de referirme, siguiera sea brevemente, al capítulo introductorio, muy interesante para percibir lo que se ha escrito sobre san José, antes de que aparezca en la poesía el tema josefino.
El humus de la gran poesía josefina en España #
La palabra humus quiere decir superficie, que cubre la tierra como polvo vegetal, donde pueden caer semillas que germinarán sin duda.
Escritos breves y más amplios, alusiones, alabanzas y ponderaciones de san José, de autores como san Jerónimo, san Beda y san Bernardo, san Agustín, las consideraciones sobre san José del Canciller de la Sorbona, Gerson, la vida de la Sacratísima Virgen María, del Caballero valenciano Miguel Pérez (1488), la Vita Christi, de Fr. Hernando de Talavera, el que fue Arzobispo de Granada (1428-1507), la Vita Christi, del cartujano, etc., etc., son libros que unidos con otros de los que habla el autor, referidos más directamente a Cristo o a la Virgen María, facilitan a los que vendrán después, convertir en poesía y poesía josefina lo que los primeros habían escrito en prosa.
El libro, como el lector puede apreciar, está escrito con suma corrección literaria. El autor tiene fama bien ganada de su capacidad para escribir, pues lo ha hecho constantemente. Todavía hoy se habla, en el Seminario de Palencia, de sus años de profesor de literatura, en que sus alumnos se distinguían de los de otros seminarios por su dominio de la lengua y el conocimiento de autores clásicos y modernos. Solía decirse que con D. Laurentino Herrán como profesor no se editaba en España ningún libro, que no fuese pronto conocido y juzgado por lo que suponía su aportación a la producción literaria del momento. Mucho me alegraría yo hoy de que sucediera lo mismo con éste sobre san José, y que muchos padres de familia que llevan su nombre, y muchos hombres de Iglesia que así se llaman, se gozasen en conocer lo que de san José han dicho los mejores poetas de España.
22 de agosto de 1999