“En busca de ti”. Orar con jóvenes

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“En busca de ti”. Orar con jóvenes

Prólogo a la obra del mismo título de Francisco Cerro Chaves, Ávila 1986.

Nuestro mundo está necesitado de personas orantes. Solamente los que han “saboreado” a Dios podrán transmitir a los jóvenes y a todas las gentes cómo sabe Dios.

Cada día son más los que descubren la necesidad de orar para vivir. Gracias a Dios se vuelve a potenciar la oración como diálogo necesario para llegar a la intimidad con Cristo. El hombre, el joven, no pueden vivir de cine, frigoríficos y vídeos. Su vacío, su protesta es un grito a nuestras conciencias, reclamando un encuentro personal con Cristo “Camino, Verdad y Vida”.

El Papa Juan Pablo II decía a los jóvenes argentinos en Córdoba: “Cristo debe ser para cada uno de vosotros la razón de vivir: no temáis a Cristo; abríos a Él, entregaos a Él con generosidad; que Él ocupe el centro de vuestra vida, porque Cristo es la esperanza ante la angustia del mundo que nos rodea”. ¿Acaso este Cristo no quiere encontrarse con cada joven en la oración? En el fondo, los problemas y crisis de los jóvenes ¿no están demostrando su lejanía de Jesús por falta de oración?

Vivimos una sociedad que nos engaña. Nos sentimos atrapados por la civilización del consumismo. La angustia refleja mucha “agua turbia” recibida en los corazones que pedían “Agua viva”.

Ante un mundo así ¡qué responsabilidad la nuestra! Necesitamos maestros de oración, testigos del Dios vivo. No podemos defraudar a una juventud que desea a Cristo, que “devora” a los hombres seducidos por el Corazón de Cristo.

No nos engañemos, no seamos ingenuos. Nadie puede dar lo que no tiene.

Trasmiten a Cristo, no los que más saben, sino los que más lo viven. Si no oramos, estamos condenados a hablar de Cristo como alguien lejano, sin sentimientos. Los jóvenes enseguida se dan cuenta cuándo uno vive lo que dice, o cuándo lo que está diciendo sólo lo sabe, pero no lo ha saboreado.

El cristiano está llamado a ser transparencia del Amor de Cristo. Cuando uno ora mucho se hace como María, transparencia. Los hombres que oran dejan entrar como un rayo de luz que, sin ellos darse cuenta, reflejan en todas sus acciones.

Tienen un “no se qué” que les hace ser como ventana por donde se asoma Dios. Es imposible optar por los pobres y marginados, desde el Evangelio, sin un alma esponjada por la oración. Contemplar ratos largos a Jesús Eucaristía es empezar a contemplarlo “abandonado” en los hombres necesitados de todo, sobre todo de amor.

Ser contemplativo en el mundo es ofrecer a la gente cansada e insatisfecha, a Jesús “manso y humilde de corazón”, que nos dice “venid a mí todos lo que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré”.

En este Año Internacional de la Paz, este libro pretende ser una pequeña aportación a la paz del mundo. ¿Puede existir paz en nuestra tierra si Cristo no vive en el corazón de los hombres? Cuando uno ha contemplado a Jesús, “Príncipe de la paz, ¿se puede potenciar la violencia?

Este planeta lleno de divisiones, terrorismo, guerras, misiles… necesita un ejército de contemplativos, almas de oración que pongan a Jesús en medio. Las heridas de nuestro mundo las cura el amor de Cristo. La “enfermedad” del mundo tiene curación desde Jesús, viviendo en hombres y mujeres de oración.

Orar es buscar en Cristo, nuestra paz; es escuchar en el silencio, lenguaje de Dios: “mi paz os dejo, mi paz os doy”.

Este libro pretende ayudar a los jóvenes a orar, a tener deseos de orar más para hacerlo mejor. Su pequeña pretensión es transmitir un deseo de amar a Cristo, que nos busca para revelarnos los secretos de su Corazón. Jesús nos enseñó a orar. La oración va dirigida al Padre por medio de Cristo. El Espíritu Santo, “Señor y dador de vida”, es quien ora en nosotros con “gemidos inenarrables”.

La Virgen María, maestra y modelo de oración, ayude a los jóvenes a descubrir el camino hacia la paz. Ella que, creyendo que “para Dios nada hay imposible”, vivió en la paz, como mujer orante, con un “SÍ” permanente a la voluntad del Padre.