Artículo de Javier Guayerbas – fecha desconocida
Tras una pequeña puerta en el claustro superior de la Catedral trabaja desde hace ocho años Santiago Calvo, canónigo y secretario del cardenal Marcelo González Martín desde su consagración como obispo de Astorga en 1961 hasta su fallecimiento en 2004. Un ordenador sobre una mesa de despacho y una impresora, cuadros y fotografías del prelado cuelgan de las paredes que quedan libres entre los armarios que se alzan hasta el techo, y en su interior, cajas y carpetas con los documentos del archivo personal del cardenal al que Toledo conoció y llamó Don Marcelo. Manuscritos y fotografías que narran la historia de un hombre protagonista en la Transición, en el Concilio Vaticano II o en los dos cónclaves de 1978 para la elección de los papas Juan Pablo I y Juan Pablo II, hoy santo.
Ahora, en el décimo aniversario de la muerte del purpurado vallisoletano, Santiago Calvo comparte el trabajo de estos años dedicado al archivo del cardenal, en el que se conservan desde las Bulas Pontificias con los nombramientos como pastor al frente de Astorga, Barcelona y Toledo, correspondencia con la Casa Real, beatos y santos, hasta manuscritos compartidos con varios papas, homilías y fotografías.
Primeros documentos
El documento con mayor antigüedad conservado en el archivo capitular de la Catedral Primada con la rúbrica del cardenal y arzobispo de Toledo en el periodo 1971-1995 es una conferencia en cuartillas que Don Marcelo impartió a los jóvenes de su localidad natal, Villanubla, el 4 de enero de 1934, con tan sólo 16 años.
A partir de ese momento, el joven guarda y conserva sus cuartillas manuscritas con los ejercicios del Seminario, trabajos sobre Gustavo Adolfo Bécquer o Calderón de la Barca, así como sus estudios de retórica fechados en 1936 o una conferencia sobre la Hispanidad, son algunos de los documentos archivados en 62 carpetas que forman este primer catálogo del cardenal Marcelo.
Bulas Pontificias
En una caja cuadrada y atada con una cinta roja, Santiago Calvo conserva las tres bulas pontificias de los nombramientos a Don Marcelo como obispo de Astorga, Barcelona y finalmente arzobispo de Toledo, Primado de España. Una bula es un documento solemne que cumple una serie de características, como el sello de plomo con una cruz en el centro y una representación de San Pedro y San Pablo, mientras que en el reverso se consignaba el nombre del Papa del momento de su publicación y el año del pontificado (como puede verse en la fotografía).
Los documentos en pergamino que se custodian en el Archivo Capitular de la Catedral conservan los sellos en plomo de san Juan XXIII y del beato Pablo VI, quienes rubricaron los destinos pastorales del cardenal Marcelo.
Correspondencia
El responsable del archivo de Don Marcelo ha agrupado en una serie de cajas la correspondencia que el purpurado mantuvo a lo largo de su carrera con autoridades y personalidades eclesiásticas, así como con santos y beatos, cuyos autógrafos hoy se pueden considerar reliquias.
Junto a las cartas de puño y letra, enviadas y recibidas, se encuentran telegramas de felicitación y enhorabuena, por ejemplo, cuando fue promovido por el beato Pablo VI a la Archidiócesis de Toledo en 1971 o creado cardenal en 1973.
Asimismo se conserva correspondencia con el general Francisco Franco, y más tarde con el rey Juan Carlos I, incluso felicitaciones navideñas de la Casa Real y fotografías dedicadas por el monarca, su esposa, las infantas y el Príncipe de Asturias, al que confirmó en el Palacio de la Zarzuela en 1978.
Entre las cartas de santos, hoy reliquias, Santiago Calvo mostraba las firmas de san Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, y de la carmelita descalza, santa María Maravillas de Jesús que escribía al cardenal desde el convento de La Aldehuela felicitándole por el cardenalato, ya que su amistad se remontaba décadas atrás, pues ambos se conocieron cuando Don Marcelo tenía 27 años, recordaba Santiago Calvo.
Fotografías
En más de un centenar de álbumes se conservan fotografías de las diferentes etapas de gobierno de Don Marcelo. Su ministerio en Astorga, sus viajes pastorales por Barcelona y su llegada a Toledo, donde permaneció 23 años, son recuerdos en papel en los que el cardenal aparece con diferentes grupos de seminaristas, feligreses, obispos y papas.
Don Marcelo visitó cárceles, asistió a inauguraciones, congresos y encuentros. Fue nombrado Hijo Adoptivo de Fuente de Navas en 1962, peregrinó a Montserrat en 1966 y en su calidad de Primado de España tomó posesión del cargo de consejero de Estado en 1972. Momentos plasmados en las imágenes que se conservan como testimonio gráfico del legado del cardenal Marcelo.
Homilías y pastoral
Otro de los bloques importantes del archivo es el que se dedica a las homilías del prelado y a sus cartas pastorales. Las homilías se conservan en carpetas, escritas en cuartillas que más tarde memorizaba para predicar ante el auditorio. Entre las más significativas para la Archidiócesis, la que pronunció el 23 de enero de 1972, fecha en la que tomó posesión de la sede primada. Junto a las homilías manuscritas, en estos años se han digitalizado unas 340 archivadas en diferentes discos compactos.
Las intervenciones del cardenal en el Concilio Vaticano II en Roma y sus cartas pastorales, como ‘Un Seminario nuevo y libre’, se conservan en el archivo en el que Santiago Calvo trabaja desde hace ocho años y que se ha convertido en un pequeño museo a la figura del que fue arzobispo de Toledo.
El palio arzobispal de Barcelona. Una pieza perdida y hallada en un cajón de la Sacristía
En julio de 1967, Marcelo González Martín toma posesión de la sede de Barcelona. El canónigo Santiago Calvo recuerda que aunque el arzobispo de Barcelona no era entonces Metropolitano, ni Barcelona era provincia eclesiástica, el Papa Pablo VI concedió a Don Marcelo, como ya había hecho a su predecesor -Gregorio Modrego- el privilegio de poder usar el palio arzobispal dentro de la Diócesis. Este palio fue entregado en Roma el 3 de julio de 1967 a Manuel Bonet Muixí, sacerdote de la diócesis de Barcelona, que era auditor de la Rota Romana, el cual actuó como procurador ad casum. Este recogió el palio -pieza textil de lana con seis cruces de seda negra- lo trajo a Barcelona y lo entregó al arzobispo Marcelo que usó hasta su cese en Barcelona. El palio, explicaba Santiago Calvo, se guardó en un cajón de la sacristía del Arzobispado de Toledo, y el cardenal no volvió a usarlo, pues al ser nombrado arzobispo de Toledo recibió el palio correspondiente que usó y con el que fue enterrado. No será hasta la llegada del actual arzobispo, Braulio Rodríguez, cuando se halló el palio de Don Marcelo, en una caja con el escudo de Pablo VI en un cajón de la sacristía. José Andrés Cabrerizo, canónigo de la Catedral de Valladolid, dio con la pieza extraviada que ahora se encuentra enmarcado el archivo de la Catedral.
JAVIER GUAYERBAS
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