El lorca ignorado que cautivó al Cardenal

María José Muñoz, Publicado en ABC de Toledo 20-5-2008

Pepín Bello, el segundo por la izquierda, en una imagen con Lorca y otros poetas en la ciudad de Toledo

Esta es la historia de una Tercera de ABC y de una carta, la enviada por Pepín Bello a monseñor González Martín: El 30 de noviembre de 1989, cuando tenía 71 años, el cardenal arzobispo de Toledo, Marcelo González Martín, recibió una carta manuscrita de Pepín Bello, el último poeta de la Generación del 27 fallecido el 11 de enero pasado en Madrid. En la misiva, Bello, que entonces contaba con 85 años, felicitaba al prelado «de todo corazón» por una Tercera de ABC que Don Marcelo había escrito unos días antes, el domingo 26 de noviembre, con el título «Lorca y la liturgia católica».

La carta del poeta, hallada recientemente por el canónigo de la catedral primada Santiago Calvo, que fue secretario particular del purpurado hasta su muerte en agosto de 2004, y que en la actualidad está catalogando su voluminoso y rico archivo, dice así: «Fui amigo fraternal de Federico García Lorca… a pesar de los ríos de tinta que han corrido en torno a la figura del inolvidable poeta, ha bastado el artículo de V.E., en la Tercera de ABC para centrar la figura de Lorca como no lo había hecho nadie hasta ahora. A muchos les parecerá un Lorca nuevo, ignorado. A mí, que tan bien le conocía, no ha hecho más que confirmarme en mis convicciones. Para aquellos que conocían un Lorca al uso, desde el domingo, y por virtud del artículo de V.E., conocen al Lorca auténtico».

Cuenta Santiago Calvo que para la escritura de aquella Tercera de ABC, monseñor González Martín se había inspirado en unos folios fotocopiados que hacían referencia a la estancia de García Lorca en Nueva York y que el agregado cultural de la Embajada Italiana, Bernardino Ossio, había adquirido en el Rastro madrileño. Luego, a través de la Nunciatura Apostólica en España, aquellos escritos llegaron al cardenal arzobispo de Toledo.

Impresionado por las vivencias y reflexiones que García Lorca vertía en las cartas que desde Nueva York enviaba a sus padres y hermanos, el cardenal se detuvo en la asistencia del poeta a oficios religiosos de diferentes creencias, de donde «he salido dando vivas al portentoso, bellísimo, sin igual, catolicismo español… Esta mañana fui a ver una Misa católica dicha por un inglés. Y ahora veo lo prodigioso que es cualquier cura andaluz diciéndola. Hay un instinto innato de la belleza en el pueblo español y una alta idea de la presencia de Dios en el templo. Ahora comprendo el espectáculo fervoroso, único en el mundo; que es una Misa en España. La lentitud, la grandeza, el adorno del altar, la cordialidad en la adoración del Sacramento, el culto a la Virgen, son en España de una absoluta personalidad y de una enorme poesía».

Don Marcelo recuerda en aquella Tercera de ABC la «Oda al Santísimo Sacramento del Altar» de Lorca, que califica de «muy libre y aun extravagante interpretación de la Eucaristía, pero al fin y al cabo reveladora de una fe que no se extinguió nunca en su alma».

Para Lorca, el ritual del catolicismo es sinónimo de calor humano, y así se lo dice a sus padres. «La solemnidad en lo religioso es “cordialidad”, porque es una prueba viva, prueba para los sentidos, de la inmediata presencia de Dios. Es como decir: Dios está con nosotros, démosle culto y adoración. Pero es una gran equivocación suprimir el ceremonial. Es la gran cosa de España. Son las formas exquisitas, la hidalguía con Dios».

Le cuenta Bello de Lorca al periodista José Antonio Martín Otín, en el capítulo dedicado a Lorca de su próximo libro, «La desesperación del té. 27 veces Pepín Bello»: «Se ha querido desconocer esa angustia de fe que latía en la profundidad de Federico y que dejaba asomar cuando surgía sin ninguna prevención. Le digo más, García Lorca es el poeta místico del siglo en que vivió. No sólo poeta de la mística, pero en eso también el mejor. No se puede escribir con tanto amor sin amar al objeto de lo escrito. Es imposible».

Pero volvamos al cardenal, con la carta de Pepín Bello en las manos. Sigue contando Santiago Calvo que «a Don Marcelo le agradó mucho recibir esta carta, lo mismo que la que le llegó un día después, desde la Fundación Federico García Lorca, de Isabel, hermana del poeta, también llena de gratitud». La hermana de Federico comunica al prelado la «profunda emoción y respeto» con que le escribe para agradecerle su «precioso artículo. Yo, como usted, también pienso que “nunca perdió del todo un cierto sentido cristiano y católico de la vida”. Muchas gracias por haber sacado a relucir esta importante faceta de su personalidad».

La publicación de estas cartas hoy en ABC habría sido imposible sin la mediación de Santiago Calvo, persona tan cercana que fue de Don Marcelo. Ellas invitan a leer con otros ojos estos versos de Lorca sobre el misterio eucarístico:

Es así, forma breve de rumor inefable,
Dios en mantillas, Cristo diminuto y eterno,
repetido mil veces, muerto, crucificado
por la impura palabra del hombre sudoroso
¡Oh Forma sacratísima, vértice de las flores,
donde todos los ángulos toman sus luces fijas,
donde número y boca construyen un presente
cuerpo de luz humana con músculos de harina!

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