Permanente sentido social en el magisterio de don Marcelo

por d. José Luis Gutiérrez García, Publicado en elPadrenuestro 29 de junio de 1991

Algo conozco del magisterio social del recordado Cardenal Ángel Herrera Oria. Y algunas horas he dedicado a la lectura y análisis de los documentos sociales del Cardenal Marcelo González Martín, arzobispo de Toledo. Y he podido comprobar, con fundamento, la amplia coincidencia de contenidos –en expresiones de estilo muy diferentes- que ostenta uno y otro magisterio, los cuales ofrecen además otra vertiente de semejanza, la de las dimensiones arquitectónicas que poseen, ya que se alzan como dos catedrales destacadas en el horizonte de nuestra Iglesia contemporánea.

En más de una ocasión menciona don Marcelo expresamente su admiración por la predicación social de Herrera Oria. Pero es, sobre todo, el permanente sentido social que informa todo el magisterio del actual Primado de España el que justifica la notoria semejanza que he indicado en el volumen primero de la edición, todavía en curso, de sus obras, que se titula “El valor de lo sagrado”, está recogido el conjunto de artículos, conferencias y estudios que evidencian la fina sensibilidad del autor a los valores de la doctrina social de la Iglesia, incluso en período no lejano en el que esta sufrió un parcial y extraño eclipse en ciertos sectores intra eclesiales porco avisados en materia de correcta interpretación de los signos genuinos de la época.

La enseñanza de la Iglesia sobre el hombre y la sociedad forma parte, y no secundaria, de la evangelización. Y posee un radical sentido práctico, sin degenerar en puro pragmatismo. Orienta y obliga a la luz conjunta de la creación y de la redención del hombre. Don Marcelo ha sido lúcido expositor, con pluma de quilates estilísticos extraordinarios, de la capacidad que la doctrina social de la Iglesia tiene para sacar al hombre del atolladero en que se encuentra. Mirando al mundo, a Europa y sobre todo a España. En los escritos del Cardenal de Toledo halla el lector una sugestiva, completa y estimulante epopeya del hombre de nuestros días. Con sus perfiles positivos y con sus rasgos negativos, porque de todo tiene.

Ha sido don Marcelo el primero que detectó a tiempo en nuestra Iglesia los asomos iniciales de la teología de la liberación. Y quien ha advertido la penetración, en nuestro ambiente social y político, del positivismo jurídico, tan contrario a la fe y al hombre como al ateismo marxista. Y quien ha denunciado una y otra vez, son soledades que recuerdan al Bautista, la creciente falta de interioridad en que estamos incurriendo en todos los niveles. Y quien ha dado la voz de alarma ante la curiosa paradoja de nuestro tiempo: la atrofia acelerada del espíritu a la que está llevando la patológica y apresurada hipertrofia de los sentidos. Temas todos que están apuntados y desarrollados también en el magisterio reciente de los Papas y en los grandes documentos del Concilio Vaticano II.

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