Por d. Juan Miguel Ferrer Grenesche, Vicario General de la Archidiócesis de Toledo, Publicado en elPadrenuestro 29 de junio de 1991
Resulta para mí un reto y un riesgo el presentar en unas pocas líneas la imagen de don Marcelo González Martín. Ahora bien, cualquier semblanza sobre sus cincuenta años de sacerdocio que olvidase esta dimensión sería incompleta. Por eso, lleno de cordial agradecimiento hacia su persona y su sacerdocio, intentaré cumplir este cometido. No pretendo reflejar aquí su magisterio abundante sobre la Liturgia. Tampoco sus muchas iniciativas pastorales, antes o después, siendo Presidente de la Comisión Episcopal de Liturgia. Tan solo quiero destacar algunos rasgos que a mí me han impresionado, de su figura de liturgo.
Al decir esto apunto al núcleo de su sacerdocio.
Ser liturgo no es para el sacerdote simplemente una dimensión de su tarea externa, porque el sacerdocio cristiano no es un añadido a la personalidad del sacerdote.
Ser liturgo va más allá de ser celebrante o presidente de una asamblea litúrgica. Ser liturgo es un modo de concebir la propia existencia sacerdotalmente.
Ser liturgo es el modo cristiano de unificar y jerarquizar la vida y el ministerio sacerdotal, centrado en Dios y vivido eclesialmente, desde una experiencia de docilidad y comunión.
Liturgo evangelizador
Siempre me ha impresionado la capacidad emprendedora e imaginativa de don Marcelo. Una sed, un celo por hacer llevar la buena nueva a todos los hombres, de toda condición, de todo país. La Liturgia vivida como fuente crea corazones evangelizadores y misioneros, despierta inquietudes, abre horizontes. Como cima, hace que todos esos proyectos, afanes e inquietudes tengan un norte claro y preciso, lleguen a Dios. Para mí este es uno de los rasgos más destacados de la estampa sacerdotal del Cardenal González Martín.
Liturgo diácono
Entre las muchas inquietudes apostólicas de don Marcelo destaca su constante preocupación por la atención a los necesitados y a los pobres. Esfuerzo que unas veces se ha transformado en el campo de la doctrina social de la Iglesia y otras muchas en muy diversas obras sociales. La diaconía como rasgo esencial del sacerdocio cristiano, no abandona nunca al presbítero ni al obispo y se actualiza cotidianamente en la celebración litúrgica, como exigencia de oblación personal y como fuente de conversión hacia Dios y hacia los hermanos.
Liturgo santificador
La acción santificadora del sacerdote se realiza principalmente mediante la oración y los sacramentos. Quien conoce a don Marcelo y le ha visto presidir la oración de la Iglesia o la administración de algún sacramento, percibe inmediatamente la grandeza majestuosa de la acción divina. Uno siente ser testigo y protagonista de algo importante. Las celebraciones litúrgicas merecen respeto porque tocan el misterio de Dios, el misterio de la Iglesia y el misterio del ser humano, todo ello en virtud de la economía sacramental. La importancia de vivir unos gestos eficaces, una palabra como creadora, una oración como comunión es algo que don Marcelo nos recuerda cada vez que nos preside.
Liturgo de comunión
La idea de comunión es clave al tratar de la Liturgia que, por su protagonismo divino, nos educa par aun nuevo modo de vivir. Se trata de abandonar toda forma de individualismo para vivir en Dios, en la Iglesia, abierto a los hombres, nuestros hermanos.
Estas disposiciones propias del vivir en comunión aparecen como trazos precisos y fuertes del retrato sacerdotal de don Marcelo. Su perenne afirmación de la primacía de Dios en la vida cristiana y en la Teología, predicada oportuna e inoportunamente, su apasionada entrega a la Iglesia, traducida en fidelidad y apertura gozosa a las reformas y cambios propuestos pro su magisterio, su sensibilidad por los temas de la cultura y los rasgos culturales de las diversas regiones donde ha ejercido su ministerio, son manifestaciones externas de este vivir en comunión, rasgo definitorio de la Liturgia católica. Manifestación especialmente sensible de esta comunión con los más genuinos rasgos de la cultura de su pueblo ha sido y es su aportación generosa y fundamental en la recuperación de la Liturgia Hispano-Mozárabe, conservada particularmente en esta sede primada de Toledo; pronto, gracias a don Marcelo, verá la luz su nuevo misal reformado.
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