Don marcelo, fundador de las escuelas diocesanas de catequistas

D. Ángel Rubio, obispo emérito de Segovia, Agosto 2012

D. Marcelo desde que llegó a Toledo en 1972 el objetivo marcado era: el seminario, las vocaciones y los catequistas. Así como los sacerdotes son los inmediatos colaboradores del Obispo, los catequistas los son de los sacerdotes, solía decir D. Marcelo. Él era el primer biógrafo de San Enrique de Ossó, llamado por él beato Juan Pablo II, “catequista genial” y sabía y exige a los catequistas una solida formación doctrinal. Suscitó en la diócesis una verdadera mística de la catequesis pero una mística encarnada en una organización adecuada y eficaz. Tenía la seguridad que si funciona bien la catequesis, en las iglesias locales, todo el resto resulta más fácil.

Desde las primeras visitas pastorales a las parroquias, en las jornadas diocesanas de catequesis, en los encuentros arciprestales, D. Marcelo ha estado presente para insistir a tiempo y a destiempo. «Hemos de llegar a tener miles de catequistas colaborando en todas las parroquias, grandes y pequeñas de la Diócesis, para transmitir la fe y ayudar a vivirla con su ejemplo con su adoctrinamiento y con su alegría de ser y sentirse cristianos fieles a lo que el magisterio de la Iglesia nos enseña» (I Jornada diocesana, 21-VI-1983).

En el curso 1973-74, el Sr. Cardenal organiza en la ciudad de Toledo un centro de formación «para padres catequistas de sus propios hijos que dirigirá y coordinará el Secretariado diocesano de Catequesis una vez por semana» (Boletín, octubre 1973). Este Centro comenzó en el Colegio Medalla Milagrosa con mucha asistencia y participación.

En 1976, desde el Secretariado Diocesano, se coordinó el trabajo del cuestionario que estudiaba el proyecto de respuesta a los Obispos desde Roma por la Secretaría del Sínodo para preparar la Asamblea Sinodal sobre la «Catequesis en nuestro tiempo con especial referencia a la catequesis de niños y de los jóvenes». Participo toda la diócesis en LINEAMENTA del Sínodo.

Con motivo de la beatificación del Beato Enrique de Ossó, al celebrar la Eucaristía de acción de gracias, en la Basílica de San Pablo en Roma, dirigiéndose a las hermanas de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, subraya la oportunidad de su labor y expresa lo que va a presentar como intención en la Misa. Lo dice así: «… que organicéis y fundéis Escuelas de Catequistas no sólo en tierras de misión. Aquí, aquí. Digo aquí como si estuviera hablando de España; en España, nuestra Diócesis y en otras naciones. Capacitaros, religiosas, para formar estas Escuelas y para ir cada año logrando grupos de Catequistas que en la familia, en la parroquia y donde quiera que estén contribuyan a que la fe sea cada vez mejor amada, defendida y propagada».

¿Fue Enrique de Ossó el que inspiró estas frases tan comprometedoras para la Compañía de Santa Teresa de Jesús y aun para toda la diócesis? ¿Son las 50 Escuelas de Catequistas, que se organizaron en Toledo, la respuesta generosa del Señor a aquella petición de un 15 de octubre -festividad de Santa Teresa?. Las realidades próximas al misterio quizá se interpretan mejor desde la contemplación silenciosa que desde la torpe explicación de los acontecimientos.

Concretamente el 6 de septiembre de 1980 el Sr. Cardenal escribe a los párrocos urgiendo la creación de Escuelas de Catequistas: «Pido que en todas las parroquias o a nivel arciprestal haya una Escuela de Catequistas, siguiendo la programación de la Vicaría Episcopal de Enseñanza y Catequesis» (Boletín, septiembre-octubre, 1980).

Lo que se intenta ahora es trabajar organizadamente, lograr una capacitación que garantice el quehacer catequético en orden a la enseñanza doctrinal y a la vivencia de la fe cristiana. En nuestros encuentros se ha definido así la Escuela de Catequistas: Un centro de educación en la fe donde aquellos que se sienten llamados a ejercer el «arte» de la catequesis descubran más profundamente, a nivel de conocimiento y de vida, la persona y mensaje de Jesucristo. Conozcan las características ambientales y psicológicas de los que van a recibir su influjo. Y se perfeccionen- en la praxis, en el cómo lograr una mayor eficacia en vistas al fin que se propone la catequesis: hacer que crezca y se desarrolle el germen de fe sembrado por el Espíritu Santo con el primer anuncio del Evangelio y trasmitido eficazmente a través del Bautismo (cfr. C.T., 20).

Las Escuelas de Catequistas no tienen la mira de una promoción eventual; quieren ser algo más: un foco permanente de educación en la fe, que irradie, en el seno de la comunidad parroquial y en el propio ambiente social, conocimiento y amor a Jesucristo. Por ello importa mucho echar buenos cimientos. La perseverancia, a pesar de las dificultades que toda obra entraña en sus comienzos, será la mejor manera de despertar en otros la vocación de catequista. Será, también, la forma de lograr, por vía de experiencia, Escuelas con calidad, con método, con empuje apostólico.

Así se expresaba el Sr. Cardenal a los sacerdotes: «Seguid creando Escuelas de Catequistas, en pueblos grandes y en pueblos pequeños. Es un medio de catequesis de adultos porque los primeros que van a recibir catequesis son los que luego la van a dar y los que participan durante estos años en una Escuela en que se comprometen seguir reflexionando ordenada y sistemáticamente sobre temas de Historia de la Salvación, de humanismos, de Sagrada Escritura, de Antiguo y Nuevo¡ Testamento… Todo esto es conocer la religión para amarla, ya hay una catequesis. Por consiguiente, donde haya Escuela de Catequesis hay ya asegurada catequesis de adultos… (Boletín, julio-agosto 1986).

Junto a las Escuelas de Catequistas el Sr. Cardenal convoca el día 19 de junio de 1983, la I Jornada Diocesana del Catequista con una participación de más de 1.500 catequistas, y así fueron celebrándose todos los años.

El objetivo era compartir y profundizar en la vocación y en la misión que la Iglesia nos ha confiado. Cada jornada tenía características particulares. En todas ha estado presente el Sr. Cardenal, todas han terminado con la entrega del Diploma Diocesano de Catequista a los que habían terminado la programación de la Escuela Diocesana. Estas fueron las palabras finales del Sr. Cardenal en la II Jornada de 1984: «Guardad este Diploma, tan sencillo y tan humilde, ponedlo en un marco, eso os recordará durante toda la vida un esfuerzo muy noble que habéis hecho para ayudar a la causa santa del Evangelio» (Boletín, julio-agosto, 1984). Llegó a entregar DIMPLOMAS a más de mil catequistas. D. Marcelo se convirtió en el primer catequista de la diócesis y fundador de escuelas de catequistas. Le faltó tiempo, para que antes de cerrar el primer Centenario de la muerte de San Enrique de Ossó canonizado por el Papa en Madrid en junio de 1993 solicitó proponer a San Enrique que fuera el patrono de los Catequistas españoles la solicitud que contó con el informe favorable de la Subcomisión Episcopal de Catequesis fue estudiada y aprobada por la LXVIII asamblea Plenaria del 17- 21 de noviembre de 1992 y al año siguiente la Congregación para el Culto Divino emitió un decreto declarando a San Enrique de Ossó Patrono de los Catequistas españoles (16 de noviembre de 1997). Porque explicaba D. Marcelo, que todos los catequistas necesitaban, el patrocinio, la fuerza y el ejemplo del Santo para organizar y fundar Escuelas diocesanas de catequistas.

+Angel Rubio, Obispo de Segovia

Agosto de 2012

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