Al servicio de los ancianos desvalidos

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Al servicio de los ancianos desvalidos

Prólogo al libro del P. Tomás de Bustos, O.P., titulado «Carisma y espiritualidad de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados», 2003.

Hace muchos años que conozco y trato a las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. He tenido la dicha de conocerlas en las tres diócesis, en que he sido Obispo, Astorga, Barcelona y Toledo.

En Astorga pude bendecir su casa renovada después del incendio devastador, que había sufrido; en Barcelona –San Justo– hablé mucho de ellas con el Postulador de la Causa de Canonización de la Madre Fundadora, Mons. Pedro Altabella, Canónigo de la Basílica de San Pedro, en Roma, y patrocinador de todos los asuntos, que pudieran tener relación con el mejor servicio a la Iglesia de España; y en Toledo fui llamado por ellas a participar o celebrar diversos actos, solemnes unos y sencillos otros, en muy diversas ciudades, todo lo cual me permitió conocer cada vez más y mejor a esta Congregación religiosa, que no dudo en considerar como un honor insigne de la Iglesia, por su dedicación constante a un sector de la humanidad, el de los ancianos desvalidos, que en las Hermanitas encuentran amparo y protección, cuando les falta todo en los ambientes sociales y familiares en que han vivido.

¿Cuál es el secreto de la vida de estas mujeres consagradas, tan firmes e intrépidas, tan llenas de ternura y fortaleza, tan contentas y alegres siempre en medio de su trabajo y dedicación, tan poco atractivo humanamente hablando?

He aquí un libro que ofrece respuesta cabal a esta pregunta. El autor es un religioso dominico, que conoce como nadie la vida de la Congregación. El P. Tomás Bustos ha escrito diversos libros sobre la Santa Fundadora y su obra, entre los cuales hemos de citar Santa Teresa de Jesús Journet. Profeta y testigo; Santa Teresa de Jesús Journet sembradora de amor; Santa Teresa de Jesús Journet, una historia de amor. Son estudios biográficos, pero que no se detienen en la narración de los hechos externos, que rodean o brotan de la vida de la biografiada. Aunque rinden cuenta del desarrollo de la figura histórica estudiada, el P. Bustos se inclina siempre al examen de las motivaciones internas, y se recrea en el hallazgo de las riquezas espirituales, que como dones y frutos de la acción del Espíritu santo aparecen en las personas o hechos que analiza.

Así sucede en el que ahora escribe, Carisma y espiritualidad de las hermanitas de los Ancianos Desamparados. Es un libro precioso. Contiene un análisis profundo de la intimidad espiritual de la Congregación de las Hermanitas y de la propia Santa Fundadora. A primera vista podría decir alguien que el autor se empeña demasiado en querer analizar lo que la Santa deseó y pidió a sus hijas, como si ya hubiera tenido presentes muchas de las cosas, que decimos hoy como consecuencia de las reflexiones que hacemos a la luz de lo que el Vaticano II dijo y lo que se viene diciendo en medio de las crisis producidas con sus luces y sus cruces. Pues sí. Admito que el autor se empeña en conseguir esa especie de acomodación. Pero afirmo igualmente que no es artificiosa ni inventada, sino fundada en la realidad de los hechos, tal como se van produciendo desde el momento inicial de la fundación.

En el Decreto Perfectae caritatis, del Concilio Vaticano II, la Iglesia señaló el retorno a las fuentes de cada congregación, como el mejor camino para superar las crisis y seguir adelante con fidelidad al carisma inicial, y procurando las acomodaciones necesarias a lo que la marcha de los tiempos va señalando. Jesucristo, el Evangelio y el carisma de la Madre Fundadora son las fuentes de la Congregación de las Hermanitas con un fin específico: “El servicio a los ancianos abandonados o desamparados de ayuda y protección”.

Todo cuanto se dice hoy para explicar mejor lo que se pretende vivir –espiritualidad de encarnación, atención personalizada, alegría en el trato, sencillez y pobreza en la propia vida, comunitariedad gozosa en la hermandad, aprecio creciente de lo que significa la cruz en nuestra vida, mansedumbre y prudencia en el trato de las Hermanitas entre sí y en la atención a los ancianos, sentir de Iglesia y concepto de ésta como lo que es, la madre que nos engendra y la luz que nos guía–, todo ello está en la vida de las Hermanitas desde que empezaron a existir.

Escribo estas líneas muy cerca del Noviciado de las Hermanitas, de Patencia, donde el autor fue prior de la Comunidad de padres dominicos y pudo por lo mismo tratar y conocer a fondo lo que eran estas Hermanas, las jóvenes y las mayores. Hoy son veinte novicias, que, unidas al Noviciado de Valencia, forman un grupo de unas cuarenta, españolas y americanas. La misma alegría, la misma austeridad, el mismo deseo de redimir a los ancianos pobres tanto en las de la ciudad del Turia como en las del Río Carrión. Lo mismo las de ayer que las de hoy. Llegan también a sus manos los escritos de la Santa Fundadora como los documentos y comentarios más valiosos que se producen hoy. No hay desviaciones. No hay temores. Sólo un deseo inmenso de hacer el bien.