Ante el día del Seminario

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Ante el día del Seminario

Exhortación pastoral dirigida al clero y fieles de la Diócesis de Astorga, 19 de febrero de 1962. Texto en el Boletín Oficial del Obispado de Astorga, marzo de 1962, 150-157.

La proximidad de la fiesta del Patriarca San José, tradicionalmente dedicada a la celebración del Día del Seminario, nos mueve a tomar la pluma para exponeros nuestros propósitos y deseos, que confiamos han de ser vuestros también, en relación con lo que tal jornada significa. No podemos olvidar, por otra parte, que el mismo día 19 de marzo se cumplirá el primer aniversario de nuestra entrada en esta querida Diócesis de Astorga. De este recuerdo singularmente conmovedor para nuestra alma, ninguna actualización puede ser más grata que la unión de mi trabajo con el vuestro en favor de lo que con toda justicia puede ser llamado el corazón de la Diócesis: el Seminario y cuanto a él se refiere.

El pasado #

Una historia gloriosa #

No sería oportuno entretenernos en evocar el testimonio de tiempos remotos para examinar con detalle minucioso lo que el Seminario de Astorga ha significado a lo largo del tiempo. Pero la historia está ahí, con sus lecciones y sus enseñanzas, que no pueden ser despreciadas. Vivimos en una región profundamente cristiana, cuya variada y diversa orografía no es obstáculo para que un sentimiento común, nacido de la fe en Jesucristo y en su Iglesia, oriente e ilumine el sentido de la vida de nuestras familias. El Bierzo y la Ribera, la Maragatería y la Cepeda, Sanabria y parte de Galicia, son notas distintas de una misma melodía espiritual que la Diócesis de Astorga ha sabido hacer cantar con entrañable amor a través de las generaciones y los siglos. Y han sido los sacerdotes salidos de su Seminario y sus preceptorías los que, en contacto diario e inmediato con los grupos humanos más apartados de las diversas comarcas, han hecho posible la gran comunidad diocesana y mantuvieron encendida la llama de las virtudes que nos honran.

Este viejo Seminario, primer centro docente de la ciudad de Astorga, ha visto entrar y salir por sus puertas a miles y miles de jóvenes, hijos de nuestras tierras, no todos los cuales llegaron a la cumbre del sacerdocio ciertamente, pero sí los suficientes para que, en valles y montañas, en los pueblos del llano y en las aldeas de alturas casi inaccesibles, la cruz del Señor y con ella la fe, la caridad y la esperanza tuvieran siempre adoradores y practicantes fervorosos. Y no sólo a la Diócesis; a España entera llegó y sigue llegando el torrente de energías sacerdotales que del Seminario de Astorga ha brotado como de un manantial inextinguible.

Una decisión necesaria #

Pero la vida no pasa en vano. Y aunque el alma del viejo Seminario seguía intacta y se renovaba cada día, no sucedía lo mismo con su cuerpo, es decir, con el edificio material en que se albergaba la gloriosa institución. Éste había envejecido y, aun más, había llegado a ser inadecuado y totalmente insuficiente para desempeñar con éxito la misión educadora que tenía encomendada. Solamente la capacidad de abnegación y sacrificio de superiores y profesores suministraba inverosímiles recursos para atender a los seiscientos y más seminaristas, residentes en régimen de internado riguroso.

Era de todo punto necesario dar solución al problema planteado, por lo cual se adoptó la determinación de construir el Seminario Menor de La Bañeza. A nuestros dignísimos y venerables predecesores corresponde el honor de haberlas iniciado y desarrollado tan ampliamente, no obstante las innúmeras dificultades con que tropezaron, que por nuestra parte no hemos tenido mérito alguno en continuarlas dentro de la fase final de las mismas.

La obra era de todo punto necesaria, y fue emprendida con ejemplar abnegación por parte de todos. El resultado está a la vista. Un espléndido Seminario Menor, capaz para 500 alumnos, cuyo elevado coste está plenamente justificado, si pensamos en los beneficios de todo orden que ha de reportar. La Diócesis ha invertido en la construcción todos sus fondos, además de las subvenciones recibidas del Estado y las colectas de los fieles, dentro de las cuales merecen particular agradecimiento las de la propia ciudad de La Bañeza.

Aún queda por construir un pabellón. Y, lo que es más importante, es necesario todavía invertir no pequeñas cantidades en bibliotecas, instrumental pedagógico para las clases de ciencias, instalaciones deportivas, etc. El curso se abrió en el mes de octubre pasado, porque no había otro remedio. Pero, durante todo este año y el próximo será obligatorio seguir haciendo gastos cuantiosos que nos permitan rematar la obra y, sobre todo, perfeccionarla y dotarla de vida en sus funciones tan diversas, para que pueda lograr sus altos y nobles objetivos.

Mirando al futuro #

Punto de partida #

Cuanto llevamos dicho se refiere a un pasado, en parte remoto, y en parte de carácter inmediato. Es necesario ahora mirar un poco hacia el futuro, para tener todos una idea clara de lo que nos proponemos y hacia dónde caminamos.

El punto de partida es la situación actual que, examinada atentamente, nos ofrece los siguientes datos. Contamos actualmente con 635 seminaristas, distribuidos de este modo: 381 en el curso humanístico de La Bañeza; 59 en 1º y 2º de humanidades en Las Ermitas; 141 en los cursos filosófico y teológico en Astorga; 29 que siguen sus estudios en la Universidad Pontificia de Comillas, 14 en la de Salamanca, 2 en la Gregoriana y 1 en el «Angelicum» de Roma. Preparándose para el ingreso, aunque no todos de la misma edad, tenemos 74 en la Escuela Preparatoria de Astorga y 28 en Las Ermitas.

El cuadro de profesores y educadores de la vida disciplinar y moral de los seminaristas, compuesto todo él por sacerdotes diocesanos, está constituido por 15 que residen internos en La Bañeza; 18, de los cuales 8 internos, en Astorga; 4, 3 de los cuales también internos, en Las Ermitas.

Estos sacerdotes merecen nuestra más profunda gratitud, al igual que quienes hasta aquí desempeñaron idénticas funciones docentes y educativas. El vivir internos en el Seminario, total y exclusivamente dedicados a la formación de los alumnos, significa una generosísima disposición de ánimo a la vez que es garantía de una eficacia extraordinaria. Por primera vez en la historia de nuestra Diócesis estamos en situación de lograr una de las aspiraciones más queridas de la Santa Sede y uno de los objetivos que más obviamente debe ser acariciado por todo el que de verdad ame al Seminario: la dedicación total de profesores y superiores especializados a su importantísima tarea. De aquí tenemos que partir para conseguir, a la vuelta de unos años, con el auxilio de Dios Nuestro Señor, y con el esfuerzo conjunto de todos, metas muy altas.

Cuáles son las nuevas metas #

  1. Hacia los 1.000 seminaristas

En primer lugar, tenemos que conseguir muchos más alumnos. Hay que llegar a una cifra aproximada a los 1.000 seminaristas. Por lo cual, exhortamos vivamente a todos los sacerdotes con cura de almas, así como a los consiliarios de A.C. y asociaciones piadosas y a los directores espirituales de colegios e institutos de enseñanza media a que en las parroquias y centros de su ministerio pastoral fomenten y cuiden de las vocaciones sacerdotales de niños y jóvenes, dejando después a la dirección del Seminario la ulterior responsabilidad de otras medidas que el curso de los años pueda exigir. Vamos a tratar de lograr ya para el próximo curso una matrícula de 150 alumnos en el primer año. Que no haya una sola parroquia sin un seminarista, por lo menos.

Con esta intención nos hemos decidido a construir un pequeño Colegio-Seminario en Puebla de Sanabria, para recoger más fácilmente a los aspirantes de aquellas comarcas, en las cuales tan beneficiosa influencia produjo a lo largo del tiempo la Preceptoría de San Francisco. Confiamos en que la Providencia de Dios –con otros medios no contamos– nos abrirá camino. Igual quisiéramos hacer no tardando mucho en Vega de Espinareda.

  1. Adecuada selección

Pero no nos interesa el número por el número. Lo importante es la formación de los seminaristas, que debe ser no buena, sino óptima y excelente en todo: en la piedad y en el estudio, en la disciplina y las costumbres, en la salud física y en el carácter. Para conseguirlo, estamos dispuestos a no escatimar los medios necesarios. Tendrá que haber más profesores y superiores para que, atendidos mejor los alumnos, se logre un índice de perseverancia más alto. Habrá que cuidar más de la vida académica, para que los estudios humanísticos no sean en nada inferiores a los del bachillerato estatal, sino que, por el contrario, los superen con ventaja; y los filosóficos y teológicos alcancen más alto nivel. Será necesario contar con instalaciones pedagógicas modernas y completas para todos los grados, y con sacerdotes profesores que tengan hechas carreras universitarias civiles y eclesiásticas en ciencias y letras. Habrá que ayudar a los que lo necesiten y merezcan, pero sin permitir jamás que nadie entre en el Seminario con el propósito preconcebido de aprovecharse de una benevolencia administrativa, que no tiene por qué existir más que cuando sea necesaria: el Seminario es el centro de formación de aquellos a quienes Dios puede llamar al sacerdocio, lo mismo pobres que ricos, y si a los que viven en una honrosa pobreza hay que ayudarles, a los que cuentan con medios suficientes hay que exigirles que paguen íntegra la pensión y que ésta sea lo que debe ser, para no molestar a los fieles con continuas peticiones.

Habrá, en fin, que aspirar por todos los medios a que nuestros seminaristas sean tan enamorados de la piedad que avancen sin cesar, año tras año, en el camino de la virtud; tan cabales de juicio, que adheridos a lo antiguo sepan amar lo moderno cuando lo uno y otro encierren valores positivos; tan abnegados y fieles a su vocación de futuros ministros de Cristo que busquen siempre la mortificación de sus pasiones; tan celosos y trabajadores que nunca se preocupen de sí mismos, sino únicamente de la gloria de Dios y de su Iglesia.

  1. Al servicio de la Iglesia universal

Cuando todo esto esté logrado, de nuestro Seminario podrán salir cada año 50 ó 60 sacerdotes. Solamente 20 ó 25 serán precisos para atender las necesidades de la Diócesis, por lo cual otros 30 ó 40 podrán ser enviados, de acuerdo con los deseos de la Santa Madre Iglesia y con el propio espíritu universalista de los ordenandos, a los diversos campos de trabajo que en el mundo entero reclaman hoy la presencia del sacerdote de Cristo. Otras diócesis de España más necesitadas que la nuestra nos están esperando. Y con ellas los países de Hispanoamérica; las regiones centrales de Europa; África y Australia; y en fin, tantos y tantos lugares en donde la escasez de sacerdotes, el flujo de las corrientes migratorias, la pérdida de la fe y la fuerza oscura del materialismo piden angustiosamente, aun sin saberlo, el auxilio del hombre de la esperanza y del sentido sobrenatural.

Ahora mismo, la Diócesis de Astorga puede ofrecer un balance consolador que la sitúa entre las primeras de España en este aspecto de apertura de espíritu de sus sacerdotes a las necesidades de la Iglesia: en América hay 16 sacerdotes astorganos; en Alemania, 3; en el clero castrense, 27; en los Operarios Diocesanos, 25; en el resto del país, en diversos cargos, pero procedentes de la Diócesis, 92. Y fruto, en gran parte, del trabajo de los sacerdotes en sus feligresías son también los 1.360 religiosos y 2.241 religiosas, actualmente vivos, que de nuestras parroquias han salido y que están esparcidos por los más remotos lugares del mundo. Dios sea bendito.

La colecta del próximo Día del Seminario #

Hemos querido daros cuenta de todo cuanto antecede para que comprendáis mejoría razón de nuestra petición de ayuda en la colecta que ha de hacerse en favor del Seminario el próximo día de San José. No lo hacemos por un motivo inconsistente y frívolo, como quien obrara únicamente porque así viene siendo la costumbre. Creemos, por el contrario, que la petición está hondamente justificada.

Todo cuanto hagamos para contribuir a que la luz del sacerdocio católico, lejos de extinguirse, se difunda cada vez más en un mundo al que rodean las tinieblas, significa el mejor homenaje a Dios y el más alto servicio a la humanidad.

Los sacerdotes tenemos muchos defectos, es cierto. Pero el mundo nos necesita, como necesita la tierra del agua y del sol. Aun cuando no siempre ni todos acertemos a cumplir con nuestros altísimos deberes, sin embargo, no es menos cierto que miles y miles de sacerdotes, luchando, en primer lugar, consigo mismos y con su propia debilidad, íntimamente unidos con Jesucristo, Señor de su corazón y de su vida, difunden por el mundo la santidad, el perdón, la paz, la luz del amor. Gracias a nosotros, el pecado, esa terrible tragedia del corazón humano, no nos aplasta del todo. Gracias a nosotros, la esperanza de la vida eterna se mantiene encendida en medio de la noche.

Cuando la vida declina y el hombre se acerca al final, se da cuenta de que hay muy pocas cosas que merezcan la pena: una de ellas, la más importante, es la fe en Dios que sacia nuestro anhelo de inmortalidad. Nosotros, los sacerdotes, a pesar de nuestra miserable condición, estamos puestos por Él en el mundo, para que esa fe, que Jesús, el Salvador, nos dejó para siempre iluminada, guíe nuestros pasos y los de todos los hombres hacia nuestro destino inmortal.

Ayudadnos a conseguir muchos y muy santos y selectos sacerdotes en la Diócesis de Astorga. Fomentad la vocación sacerdotal de vuestros hijos. Orad por el Seminario. Ofrecednos vuestra cooperación económica en la medida posible.

Se la pedimos humilde y confiadamente a todas las asociaciones piadosas, culturales, artísticas, deportivas, económicas…, a todas las alcaldías y juntas vecinales…, a todos los colegios y centros docentes de la Diócesis, a todas las parroquias y feligresías, a los propios sacerdotes y seminaristas todos como obsequio, si queréis, de los más pobres, pero también de los que lógicamente tienen que estar más agradecidos.

Mandamos, pues, que el próximo día de San José, en todas las iglesias y capillas de nuestra Diócesis, parroquiales y conventuales, en las misas de la mañana y de la tarde, se hable a los fieles sobre el Seminario y se celebren colectas; única y exclusivamente destinadas a este fin, aparte de otros medios que el celo y la propia iniciativa puedan sugerir a los señores sacerdotes.

Asimismo, ordenamos que ya desde el domingo anterior se lea y se comente en el púlpito y, antes, en los círculos de estudio de la A.C. y demás asociaciones, esta nuestra exhortación pastoral.

Os bendice

MARCELO, Obispo de Astorga.

Astorga, 19 de febrero de 1962.