Diez dominicos, mártires de la fe

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Diez dominicos, mártires de la fe

Prólogo a la obra del P. Felipe Castro, O.P., titulada «Diez testigos de la fe», 1991.

“No puedo definirlo yo. No tengo autoridad para ello. Es determinación que corresponde a la Santa Madre Iglesia, y al juicio de ella lo someto. Pero hay muchos hechos, que revelan paladinamente que nuestros religiosos, como los trece obispos, como miles de sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares fueron asesinados sólo y únicamente “in odium fidei”, por odio a la fe.

Con estas palabras inicia el capítulo preliminar de su obra Diez testigos de la fe el P. Felipe Mª Castro, O.P., vallisoletano de pura cepa, antiguo seminarista del Seminario diocesano de Palencia, y desde los 18 años dominico de cuerpo entero; y yo me sumo al trabajo con sumo gusto, haciendo la presentación del mismo. Pienso, como lo han interpretado los dos prestigiosos censores de la obra, que se trata de “un trabajo del mayor interés tanto por el tema en sí, como por la exposición que del mismo se hace”.

Se ha hablado mucho de lo ocurrido en aquellos años terribles de 1936 a 1939 en España. El mismo P. Felipe Mª Castro, a instancias del Provincial de los Dominicos entonces, M.R.P. Fr. Tomas Perancho O.P., terminó y publicó el libro Mártires dominicos de la cruzada española, que dejó sin acabar el famoso P. Luis Alonso Getino, O.P. Otros sacerdotes, religiosos y religiosas han publicado también estudios, relatándonos el horrible calvario vivido por hermanos suyos en religión.

Pero… ¿está todo dicho? Por supuesto que no. Queda mucha tarea por hacer y quedan muchas cosas por contar, como puede ser la de presentar a los cristianos de hoy, y a los que nos sigan, ejemplos vivos e incuestionables de firmeza en la fe y de fidelidad al amor al Evangelio. También hoy necesitamos verdaderas vivencias de fe y de religión, testimonios vivos de fidelidad a Cristo y a su Santa Iglesia, y ello lo tenemos inequívocamente, en los miles de personas, que sólo y únicamente por esta causa, dieron su vida en los años 1936 a 1939.

El P. Felipe Mª Castro O.P., convencido de ello, ha querido exponernos la ejemplaridad sobresaliente de alguno de sus hermanos en religión. Son 157 los dominicos, que fueron inmolados en aquel tremendo holocausto. De casi todos ellos ha llevado el Proceso de Beatificación y Canonización, como vicepostulador, el P. Felipe. Para esta obra que tengo el gusto de presentar, ha elegido los diez dominicos asesinados en Asturias. Es el primero de los procesos de esta persecución religiosa, que llevó la Orden de Predicadores a Roma; constituye el martirio de estos diez religiosos un hecho extraordinariamente conmovedor; y piensa el P. Felipe que vale la pena poner en conocimiento de todos cuanto antes estas páginas gloriosas de la historia de la Iglesia y de la Orden en España.

Nosotros nos felicitamos de esta aportación, una obra que, como ha dicho alguien, “está escrita con gran vigor narrativo”, “cuya lectura es deliciosa en contenido y en forma, produciendo un gozo inmenso tanta bondad y heroísmo en estos mártires”; y en “la que se trasluce un contacto vivo con fuentes inmediatas a los hechos, que se narran, y a las personas que los protagonizan”.

Por todo ello, al tiempo que felicitamos al P. Felipe Mª Castro por tan encomiable trabajo, nos complace repetir las palabras de S.S. Pío XI, en la audiencia concedida a 500 españoles, el 14 de septiembre de 1936, y después de conocer el Papa las penalidades sufridas en zona roja: “Todo esto es un esplendor de virtudes cristianas y sacerdotales, de heroísmos y de martirios; verdaderos martirios en todo el sagrado y glorioso significado de la palabra”.

A nadie se ofende por recordar estos testimonios. Al contrario, todos podemos aprender mucho en nuestro propio beneficio y de la sociedad española. A nosotros en la Iglesia nos asiste el derecho y nos urge el deber de procurar la gloria de los que murieron, porque eran discípulos de Cristo. Ellos ya hablaron y ahora no hacen otra cosa que alabar a Dios en el cielo. Sigue vivo el amor con que murieron. Nosotros no pensamos en el odio con que los mataron, aun cuando hayamos de narrar los hechos que sucedieron, para conocerlos y para meditar en los motivos que los produjeron.

24 de junio de 1991