Exhortación pastoral, del 10 de enero de 1967, dirigida a la Diócesis de Astorga, por el entonces Arzobispo coadjutor de Barcelona y Administrador apostólico de Astorga. Texto en Boletín Oficial del Obispado de Astorga, enero de 1967, 50-56.
Queridos sacerdotes y fieles:
«Esta es la hora en que la Iglesia debe tomar conciencia de su naturaleza y su misión», nos urgía S.S. Pablo VI en su encíclica Ecclesiam suam. Y creemos, efectivamente, que ésta es urgente tarea de todos los fieles de la Iglesia, cuando tenemos que hacer realidad, fruto maduro, la enseñanza del Concilio.
Estamos convencidos de que nuestra amada Diócesis de Astorga se sentirá vitalizada, renovada, por esta conciencia de Iglesia universal. Los problemas que nos preocupan (sociales, familiares, vocacionales. de formación de dirigentes rurales y obreros, etc.), estamos seguros que se situarán en la mejor perspectiva para su solución, si nuestra Diócesis, todos nosotros «sintiendo en la Iglesia», con gallardía y decisión nos renovamos interior y exteriormente, comprometiéndonos formalmente con todas las consecuencias de la enseñanza conciliar.
La Diócesis tiene un horizonte: la Iglesia entera #
Este año celebramos el Día Nacional de las Vocaciones Hispanoamericanas bajo este lema y consigna: América, Horizontes. Efectivamente, los horizontes de nuestra Diócesis no están limitados por las 654 parroquias y los casi 400.000 habitantes que la constituimos. El horizonte de nuestra Iglesia diocesana son los mismos que los de la Iglesia entera. Y cada una de las parroquias, cada uno de nosotros, fieles, sacerdotes y obispos, no podemos encerrarnos en el campo estrecho de nuestra realidad más próxima.
De los obispos nos ha enseñado el Concilio: «Todos y cada uno de los obispos… en cuanto miembro del Colegio episcopal y como legítimo sucesor de los Apóstoles, todos deben tener aquella solicitud por la Iglesia universal que la institución y el precepto de Cristo exigen… Todos los obispos deben promover y defender la unidad de la fe y la disciplina común en toda la Iglesia, promover, en fin, toda acción de la fe y a la difusión plena de la luz de la verdad entre todos los hombres» (LG 23).
Y termina con esta exhortación que es un urgente imperativo a nuestra conciencia episcopal: «Procuren finalmente los obispos, según el venerable ejemplo de la antigüedad, prestar fraternal ayuda a las otras Iglesias, sobre todo a las Iglesias vecinas y más pobres». Esta enseñanza se repite en otros Decretos.
A los sacerdotes les inculca el Concilio: «El don espiritual que los presbíteros recibieron en la ordenación, no los prepara a una misión limitada y restringida, sino a la amplísima y universal misión de salud hasta lo último de la tierra, pues cualquier ministerio sacerdotal participa de la misma amplitud universal de la misión confiada por Cristo a los Apóstoles» (PO 10).
Y que esta doctrina tiene que llegar a ser un verdadero dolor en el alma de cada uno de los sacerdotes, lo recuerda a continuación el Concilio con estas palabras transidas de urgencia y angustia: «Recuerden, pues, los presbíteros que deben llevar atravesada en su corazón la solicitud por todas las Iglesias. Por tanto, los presbíteros de aquellas diócesis más ricas en abundancia de vocaciones, muéstrense gustosamente dispuestos, con permiso o exhortación de su propio obispo, a ejercer su ministerio en regiones, misiones u obras que sufren escasez de clero» (Ibíd.).
Los seminaristas tienen desde el principio que abrir sus ojos a este horizonte universal de la Iglesia. A ellos se refiere el Concilio con estas palabras: «Es preciso que la Obra del Fomento de Vocaciones se extienda con amplitud de miras más allá de las fronteras de cada diócesis, nación, familia religiosa y rito, y puesta la mirada en la Iglesia universal, ayude principalmente a aquellas zonas que con más urgencia reclaman operarios para la viña del Señor» (OT 2).
Y como meta de toda la formación espiritual, doctrinal y pastoral de los seminaristas, el Concilio exige: «Llénense, finalmente, de aquel espíritu auténticamente católico que les habitúe a trascender los límites de la propia diócesis, nación o rito, y lanzarse en ayuda de las necesidades de toda la Iglesia con ánimo dispuesto para predicar el Evangelio en todas partes» (Ibíd. 20).
Los seglares, Pueblo de Dios, igual que su obispo y sus sacerdotes, deben «cooperar a la obra de evangelización fomentando en sí mismos y en los otros el conocimiento y el amor de las misiones, excitando las vocaciones en la propia familia y en las escuelas, ofreciendo ayuda de cualquier género para poder dar a otros el don de la fe que ellos recibieron gratuitamente» (AG 41).
Es, pues, toda la diócesis, cada una de las parroquias y asociaciones de ella, todos y cada uno de sus fieles: obispos, sacerdotes, religiosos y seglares, los que tenemos que despertar en nosotros este «sentido de Iglesia», abriendo nuestros ojos y corazón a los demás y al mundo entero; seguros, además, de que «la gracia de la renovación en las comunidades no puede crecer, si cada una no ensancha el campo de su caridad hasta los fines de la tierra y no tiene de los que están lejos una preocupación semejante a la que siente por sus propios miembros» (AG 37).
Vuestro Obispo os puede asegurar que siente «atravesada en su corazón esta solicitud por las otras Iglesias», y por eso me dirijo a vosotros pidiéndoos me ayudéis en esta grave responsabilidad y preocupación.
El horizonte de nuestra Iglesia Diocesana,
abierto al continente Iberoamericano #
Siempre ha sentido así la Jerarquía de la Iglesia en España. Y por eso, hace años creó el cauce para hacer efectiva y real la ayuda de las diócesis españolas a Hispanoamérica, organizando la Comisión Episcopal de Cooperación Hispanoamericana, que ahora, por decisión de la Conferencia Episcopal, se llamará Comisión Episcopal de Cooperación Apostólica Diocesana con el Exterior (CECADE). Esta Comisión nos representa a todos los obispos españoles y tiene nuestro encargo y confianza para realizar la promoción y coordinación de toda la ayuda de las diócesis españolas hacia toda la Iglesia.
Una realidad concreta para nuestra Diócesis #
En este coordinado reparto del esfuerzo de todas las diócesis para ayudar fraternalmente a Iberoamérica, a nuestra Diócesis le corresponde atender, preferentemente, a las Iglesias del N.E. del Brasil.
Amplio, inmenso, es pues el horizonte de nuestra Diócesis. A nuestros problemas, necesidades y dificultades consideramos sumadas las de las varias diócesis de aquella de aquella zona difícil y necesitada de Brasil. Y por ellas sentimos «una preocupación semejante a la que sentimos por nuestros propios miembros».
Añadid, a las dificultades por la escasez de sacerdotes, las especiales que allí existen: por parte del clima, inestabilidad social y política, problemas de analfabetismo, sectas acatólicas. Y comprenderéis la urgencia de nuestro llamamiento en este Día Nacional de las Vocaciones Hispanoamericanas.
La ayuda prestada #
No hemos sido sordos ahora a esta realidad que nos grita angustiosamente en petición de ayuda. De nuestra pobreza hemos empezado ya a comunicar con ellos los bienes que inmerecidamente nosotros tenemos.
La Diócesis de Astorga ha enviado ya veinte sacerdotes (de los cuales hay hoy dieciséis allá) por medio de la OCSHA (Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana), además de otros ocho que trabajan en otras diócesis americanas. (También en la Diócesis de Elisabethville, en el Congo, África, hay seis sacerdotes colaborando en el ministerio pastoral).
Estos sacerdotes son el vivo testimonio de que la Diócesis de Astorga se siente parte de toda la Iglesia entera. Por eso deben ser para todos nosotros especialmente estimados y queridos. Desde aquí, y con esta ocasión, les reiteramos, en nuestro propio nombre y en el de todos los fieles y sacerdotes de la Diócesis, nuestra admiración y afecto, a la vez que les prometemos nuestra ayuda incondicional. Ellos están presentes en nuestra oración y en nuestra constante solicitud por esta Diócesis. Y con ellos, están presentes sus fieles amadísimos, sus hermanos sacerdotes nativos y los obispos bajo cuya autoridad ahora sirven allí a la Iglesia.
No es que vayamos a considerar sus trabajos y esfuerzos como si a nuestra Diócesis de Astorga los estuvieran heroicamente dedicando. Es que realmente los están prestando a nuestra misma amada Iglesia, en esos territorios que son parte de nuestra solicitud y responsabilidad. Dios les premie su trabajo, que nosotros agradecemos sincera y cordialmente.
Nuestra Diócesis ha de ampliar su horizonte #
Lo vasto del campo que se encomienda a nuestra responsabilidad eclesial exige que toda nuestra Diócesis amplíe generosamente su esfuerzo. Hemos de elevar nuestra mirada y nuestra caridad. Hemos de ampliar los horizontes de nuestra Diócesis.
Atendiendo las peticiones pendientes #
Lo hecho es mucho, porque está hecho con la generosa entrega de nuestros amados sacerdotes. Pero es poco, comparado con las necesidades. Se nos urge y pide angustiosamente. Vosotros lo sabéis bien; os lo he dicho en otras ocasiones.
Ojalá podamos atender estas urgentes llamadas. Al generoso celo de nuestros sacerdotes las encomendamos, a la vez que pedimos al Señor que haga oír en esas peticiones su voz, su vocación divina. Sabéis que por nuestra parte estamos dispuestos a obedecer el deseo del Papa, que en el Motu Proprio Ecclesiae Sanctae nos manda: «Fuera del caso de verdadera necesidad de la Diócesis propia, los Ordinarios o la Jerarquía no denieguen su permiso de emigrar a los clérigos que sepan están preparados y estimen aptos para marchar a las regiones que sufren grave escasez de clero» (I, 2).
Incorporando toda la Diócesis a esta ayuda #
Pero no han de ser sólo los sacerdotes los que nos ayuden en esta responsabilidad eclesial hacia Hispanoamérica. Toda la Diócesis ha de sentirse responsable, toda la Diócesis ha de colaborar.
Los seglares que se sientan llamados por Dios, ofrézcanse a dedicar unos años de su vida a la tarea evangelizadora, de manera que a través de la Obra de Cooperación Apostólica Seglar Hispanoamericana (OCASHA), acudan personalmente a ayudar a aquella parte de la Iglesia. Todos los demás, contribuyan en la medida de sus posibilidades, respaldando con su oración, su afecto y su ayuda económica, el esfuerzo de nuestros sacerdotes y los de toda España, que en número superior a los 1.200 han marchado al campo de trabajo de Iberoamérica. Buena ocasión es este Día Nacional de las Vocaciones Hispanoamericanas, para ofrecernos esta ayuda a nuestra grave responsabilidad. Toda la diócesis ha de sentirse en este Día, misionera.
Disposiciones #
Para irlo logrando, encomendamos a vuestro amor a la Iglesia y a la Diócesis, las siguientes disposiciones:
- El domingo, día 12 de febrero, se celebrará en toda la Diócesis el Día Nacional de las Vocaciones Hispanoamericanas.
- En todas las misas, ese día, se expondrá a los fieles la responsabilidad que a toda la Diócesis nos corresponde ante esta llamada de la Iglesia en Hispanoamérica y sus obras y por el fomento de las vocaciones, tanto nuestras como misioneras.
- A nuestro Delegado Diocesano para la CECADE encomendamos la organización de ese Día Nacional en nuestra Diócesis, de manera que llegue a todos nuestra preocupación y llamada.
- Especial eco deseamos que tenga la celebración de ese Día en nuestros Seminarios Diocesanos, Para ello, sus superiores organicen actos de oración y estudio; con ellos cumplirán lo que les ordena el Motu Proprio Ecclesiae Sancíae: «Fórmese de tal suerte a los clérigos en los seminarios, que sientan preocupación no sólo por la Diócesis para la que se ordenan, sino también por toda la Iglesia, para que con la licencia de su Ordinario se sientan preparados a consagrarse a las iglesias particulares que tengan más urgente necesidad». (I. 3. 1).
- A nuestras religiosas de clausura, a su oración y sacrificio, encomendamos muy encarecidamente esta preocupación y responsabilidad de toda la Diócesis y de la Iglesia.
- Rogamos a todas la asociaciones de apostolado seglar, y sobre todo a nuestra Acción Católica, que tomen con especial interés la celebración de este Día Nacional, de manera que hagan conscientes a sus miembros de la responsabilidad que les corresponde ante esta llamada de la Iglesia y de su Obispo.
- En todas las Iglesias de la Diócesis se hará ese día una colecta extraordinaria, que se remitirá a la Secretaria de Cámara, como en años anteriores.
Vuestra colaboración contribuirá en gran medida a aliviar nuestra carga pastoral. La Diócesis entera sentirá renovarse y vitalizarse sus instituciones. Nuestros problemas y necesidades empezarán a solucionarse en la medida en que, conscientes de vuestra vocación cristiana y universal, hagáis vuestros los problemas, necesidades y peticiones de aquellos queridos hermanos de la Iglesia Iberoamericana.
Que el Señor, por mediación de su Santísima Madre, la Virgen, Madre de la Iglesia universal y de todo aquel Continente que tanto la ama, os bendiga como yo os bendigo.
MARCELO, Arzobispo de Barcelona y Administrador Apostólico de Astorga.
Barcelona, 10 de enero de 1967.