Prólogo para el libro de Ángel Rubio Castro titulado «Pensamiento y obra catequética de Enrique de Ossó», 1992.
Han pasado ya muchos años desde que, en los de mi juventud sacerdotal, pude estudiar la figura del Beato Enrique de Ossó, fundador de la Compañía de Santa Teresa de Jesús. La estudié; y escribí su biografía en un libro que titulé Don Enrique de Ossó o la fuerza del sacerdocio.
Queriendo ser expresivo, pienso hoy que generalizaba demasiado al emplear términos que igual pueden ser aplicados a cualquier sacerdote, que se distinga en una determinada actividad, como él se distinguió en los trabajos apostólicos que supo realizar.
Quería yo indicar que el sacerdocio intensamente vivido, en un hombre bien dotado por la naturaleza y por la gracia para el apostolado activo, tiene tal fuerza de expansión y abarca tanto, que impulsa a quien lo ha recibido a trabajar en los más diversos campos, porque todo le parece poco para su afán evangelizador.
Esto es lo que hizo el Beato Ossó, que fue a la vez escritor, organizador, fundador de asociaciones y de una congregación religiosa como la Compañía de Santa Teresa de Jesús, predicador, director de almas… y en todo se distinguió y brilló con luz propia y espléndida.
Andando el tiempo, en la homilía pronunciada por el Papa Juan Pablo II en la misa de su beatificación, le llamó catequista genial. Con este título se podía escribir un libro, que permitiera fijar la mirada en un aspecto concreto de su vida, y penetrar profundamente en su alma para conocer bien al menos una de las muy ricas cualidades de que estuvo dotado.
Este libro se ha escrito ya y lo tiene el lector en sus manos. El título no es exactamente el que empleó el Papa, sino este otro: Obra y pensamiento catequético de Enrique de Ossó en su Guía práctica del catequista, por el Dr. D. Ángel Rubio Castro, sacerdote de la Diócesis de Toledo. Enseguida puede apreciarse que se trata de un estudio serio y riguroso sobre una obra del Beato Ossó, la Guía práctica del Catequista, con reflexiones adicionales sobre otros escritos suyos. Es una tesis doctoral, a mi juicio, oportunísima, porque se investiga algo, que no se había estudiado a fondo, porque es muy de actualidad, ahora que florece como nunca el interés por la catequesis, conocer una figura sobresaliente de nuestra Iglesia en el último siglo; y porque no se trata solamente de un teórico, sino de un organizador práctico de las catequesis en su ciudad natal, Tortosa, en una época en que se apreciaban las duras dificultades de un ambiente adverso, que penetraba en los hogares y podía causar un daño irreparable en los niños y juventud de aquella zona.
El Beato Ossó meditó, escribió y luchó. He tenido la suerte de conocer de cerca a otro catequista genial, que hizo lo mismo, escribir y actuar. Me refiero a D. Daniel Llorente, a quien pude tratar en mi ciudad, que era la suya, Valladolid. Todavía hoy se habla con admiración rendida de las catequesis de la Parroquia de San Miguel, en que D. Daniel puso en práctica con maestría insuperable lo que había escrito en sus libros de pedagogía catequística.
Don Ángel Rubio es también un maestro de la catequesis teórica y práctica. Lleva casi 20 años trabajando incansablemente en este apostolado en nuestra Diócesis de Toledo. Ha recorrido sin cesar los territorios de la amplísima Diócesis Primada para animar y estimular a sacerdotes y seglares; y ha logrado fundar más de cincuenta escuelas de catequistas, en que, tras los estudios realizados durante tres años, salen anualmente promociones de jóvenes, que colaboran ejemplarmente con los sacerdotes en todas las parroquias.
El libro que aquí estudia nuestro autor, con el rigor analítico propio de estos trabajos, es una auténtica joya. Cuando fue escrito, no existía nada parecido en lengua española. La catequesis, su fundamento bíblico y magisterial, la referencia ilustrativa a los grandes catequistas y a los principales catecismos conocidos, el contenido de la catequesis, los métodos que se pueden y deben seguir, la manera de tratar a los niños, y más que nada las cualidades y formación de los catequistas, para que su labor sea fecunda y fructuosa, etc., son capítulos de la obra de Ossó, de los que el autor recoge y presenta las principales afirmaciones, que se leen con parecido deleite al que produce la lectura de la obra original. Y es que el Beato Ossó, aun en un libro como éste de la Guía práctica, fundamentalmente didáctico, no sabe, no puede prescindir del calor que se percibe en todos sus escritos. Es catequista siempre, aun cuando esté hablando de cómo debe ser la catequesis. Su pluma transmite siempre los latidos de un corazón lleno de unción y de amor. Aun cuando escriba cartas –tantas y tantas como escribió– se perciben las mismas vibraciones: ruega, exhorta, impulsa, anima, da la impresión de que todo tiene que ser fácil, si se hace lo que dice o lo que pide.
Felicito cordialmente a D. Ángel Rubio por el trabajo que ha realizado en medio de tan intensas y a veces agobiantes tareas, como las que pesan sobre él en su cargo de Vicario Episcopal de Enseñanza y Catequesis. No solamente ha escrito y defendido con éxito una muy notable tesis doctoral, sino que ha dado un ejemplo elocuente de ardorosa dedicación al ministerio pastoral, que se le ha confiado; ha procurado siempre perfeccionarse a sí mismo y ha movido a muchos sacerdotes y seglares catequistas a encontrar en su labor ese gozo inefable, que se siente al ver cómo los niños y los jóvenes se acercan al Señor Jesús, le conocen y le aman.
Toledo, diciembre 1991