Prólogo a la edición española de la obra del P. Pierre Galot, S.I., «Sacerdote en nombre de Cristo», 1990.
He aquí una obra reciamente teológica, densamente bíblica y luminosamente eclesial, que por su autor y su contenido hacen superflua su presentación. Cualquier prólogo orientador podrá contribuir a empobrecerla.
El Centro de Estudios de Teología Espiritual (CETE), que se honra con su edición en lengua castellana, enriqueciendo con ello su colección Pensamiento católico, quiere dejar constancia de su satisfacción y de la honda gratitud a cuantos la han hecho posible.
Al preclaro magisterio de su autor, que tanta luz viene a poner sobre un tema, en que especialmente en los años del posconcilio, tantas ligerezas e incertidumbres se han venido acumulando en torno a un hecho tan consubstancial en la Iglesia, cual el de la identidad y la misión insustituible del sacerdocio ministerial.
En este punto, la primera y no la única conclusión, que de la presente obra se desprende, es la enorme superficialidad pseudo-teológica, con que frecuentemente se construyen o se divulgan “pretendidas relecturas” del sacerdocio de Cristo y de su permanente verificación ministerial en la estructura y misión de la Iglesia. Por contraste, esclarecer y recuperar el sensus Ecclesiae, es decir, el sensus fidei sobre el carisma permanente del sacerdocio cristiforme en la estructura irrenunciable de la Iglesia, constituye la más segura aportación de esta obra, magisterial teológica.
Nuestra gratitud al autor por su magisterio se convierte en gozosa satisfacción por el proceso que se ha seguido en el logro de esta versión castellana. Un equipo de sacerdotes jóvenes de la Archidiócesis de Toledo, que completa su formación en la Universidad Gregoriana de Roma, supo descubrir el gran valor de esta obra teológica sobre el sacerdocio en su edición original, y entusiasmarse con la ilusión de verla divulgada en nuestra lengua para el clero y los seminarios españoles. Asumió la responsabilidad y el enorme trabajo de su traducción, y llegó a entusiasmar y conseguir generosamente de su autor la licencia para esta edición castellana. Todo un gesto, que evidencia el talante y la valía junto con el serio empeño, con que nuestros jóvenes sacerdotes toledanos aprovechan el esperanzado esfuerzo de la Archidiócesis por su formación más completa y cualificada. Un gesto que evidentemente proporciona una honda satisfacción a su Prelado y a esta institución diocesana, el C.E.T.E, a la que se ha encomendado su publicación en España.
Se trata además de una obra teológica seria en una especial coyuntura eclesial. Meses atrás, promovido por la Conferencia Episcopal Española y organizado por su Comisión del Clero (septiembre, 1989) se celebró el Congreso sobre Espiritualidad Sacerdotal, de ámbito nacional, precedido de una intensa labor de orientación y preparación en las distintas diócesis. Por su parte, la Universidad de Navarra, en el mes de abril del presente año, desarrolló intensamente su XI Simposio Internacional de Teología sobre “la formación de los sacerdotes en las circunstancias actuales”. Ambos acontecimientos constituían una seria aportación teológica y de espiritualidad, preparatoria y ambientadora para el Sínodo de Obispos, que precisamente en estos días, en que se ofrece esta publicación, se está celebrando en Roma sobre el tema de la formación y vida de los sacerdotes.
Los dos acontecimientos previos, anteriormente mencionados, han contribuido a enriquecer la literatura sacerdotal –teológica y pastoral– con sendos volúmenes de enorme actualidad por sus contenidos doctrinales y su dimensión espiritual y vivencial sobre el sacerdocio. A ello se unirá bien pronto el fruto mismo del Sínodo y la consiguiente Exhortación Apostólica, con que normalmente se coronan los trabajos sinodales.
Un estudio teológicamente tan serio, conciso y profundo como la presente obra, en versión castellana, del profesor Jean Galot puede representar –así lo esperamos y estamos convencidos de ello– un verdadero y noble servicio de la teología al magisterio sinodal de la Iglesia, al mismo tiempo que a la formación y espiritualidad de los propios sacerdotes, a la hora de asumir en la vida de la Iglesia los resultados y frutos de tan intensa preocupación sobre la identidad y el ministerio sacerdotal. En tal sentido, nuestra Iglesia diocesana se honra al poder realizar esta aportación al momento actual de la Iglesia.
No es nuestro cometido analizar detenidamente el rico contenido doctrinal de esta obra. Pero no podemos dejar de subrayar ciertos valores teológicos que la caracterizan y enriquecen.
Ante todo, su enorme riqueza bíblico-exegética en el análisis del Sacerdocio fontal de Cristo a la luz de las fuentes de la Revelación. A ello se une lógicamente el enriquecedor cristocentrismo, que configura la identidad y el dinamismo pastoral del sacerdocio ministerial, con que el propio Cristo quiso enriquecer perpetuamente la estructura sacramental de su Iglesia. De aquí también la diáfana “eclesialidad operante”, que configura y enriquece el ministerio sacerdotal en lo que de fundamental e irrenunciable tiene en todos los tiempos.
Junto a estos valores teológicos substanciales, tan exhaustiva y certeramente analizados en las fuentes bíblicas y en la Tradición eclesial, la labor del gran teólogo, que es el P. Galot, ha sabido integrar en su análisis propiamente teológico la propia identidad específica de ministerio sacerdotal con su triple dimensión sacramental –profetismo, santificación, realeza– en la identificación participativa de la identidad sacerdotal de Cristo, Buen Pastor. En tal sentido, no dudamos en señalar la trascendencia teológica del capítulo VII de esta obra, sobre “la naturaleza del ministerio sacerdotal”.
En coherencia con esta radicalidad pastoral, el capítulo X –“el ser sacerdotal”– plantea y analiza una visión más profunda y enriquecedora de la tradicional doctrina teológica sobre “el carácter” sacerdotal, en Cristo y en el ministerio. Ambos capítulos, acertadamente fundamentados en el estudio previo de la identidad sacerdotal de Cristo, de su explícita elección y constitución de una Jerarquía eclesial sacerdotal para el ministerio, y del coherente análisis teológico de las fuentes de la Revelación cristiana sobre ambos acontecimientos, constituyen en la obra que prologamos, lo más original al par que lo más enriquecedor en esta presentación integradora de la teología del sacerdocio ministerial.
Pero no se trata de especulaciones teológicas, sino de una verdadera “teología vivencial” –teología “arrodillada” la llamaríamos con toda justicia–, en la que se entrecruzan y desde la que se plantean y analizan certeramente tanto la identidad existencial del auténtico sacerdocio ministerial en la Iglesia, como las posibles desviaciones, empobrecimientos o deformaciones, que la historia y la actualidad podrían originar en torno a la identidad y misión del sacerdocio ministerial.
En tal sentido, la mejor síntesis del contenido de esta obra la formula ya de entrada el propio autor con estas palabras: “¿Qué es el sacerdote? Es hombre y lo debe ser plenamente. Pero hay en él algo que sobrepasa lo humano, algo que hace de él el hombre de Dios. Es por esto, por lo que fracasan todos los intentos de explicarlo únicamente por lo humano, de reducirlo a lo humano. Estos intentos no dejan de reproducirse en nuestra época en proporciones y formas diversas. Poniendo en cuestión la doctrina tradicional del sacerdocio en la Iglesia católica, nos provocan una reflexión más profunda. Se trata de volver al origen primero del sacerdocio ministerial para aclarar su significado”.
Es exactamente lo que esta obra realiza con admirable acierto.