Comunicación pastoral, del 8 de diciembre de 1973, dirigida a la diócesis de Toledo. Texto publicado en el Boletín Oficial del Arzobispado de Toledo, enero de 1974, 3-9.
Queridos diocesanos:
Al calor, y bajo la inspiración de estas dos ideas centrales –lugar de oración y centro motor de la evangelización en la diócesis– surgió en Toledo la Obra de la Casa de Ejercicios, de la cual deseo hablaros.
1º Primera etapa. –Las especiales circunstancias de la posguerra, los sufrimientos de toda índole, la tremenda tala de sacerdotes y seglares en la ancha geografía de la Archidiócesis sin que se conozca una sola deserción, la miseria moral y material que siguió a estas situaciones de violencia despertaron en todo el territorio de la Iglesia toledana un gran fervor religioso, consecuencia lógica de la cuaresma de casi tres años de plena abstinencia en las prácticas cristianas. Una vez más, la sangre fue semilla de nuevos hijos de Dios.
La desaparición de seres queridos, los odios y las divisiones dentro de los mismos católicos reclamaban una formación sólida y profunda en el orden espiritual. Para canalizar esa rica corriente religiosa, difundir la paz de Dios y hacer posible la reconciliación en encuentros sucesivos y a la luz de la reflexión de los Ejercicios, practicados en régimen de internado y de silencio, don Francisco Vidal y Soler, sacerdote ejemplar por su fe profunda y desprendimiento generoso, concibió, con certera visión de futuro eclesial, la construcción de una Casa en Toledo, con la finalidad concreta de alimentar la vida de fe, especialmente de los militantes en la Acción Católica, con la asimilación de las verdades eternas vividas en retiro según la mente de San Ignacio.
Pretendía de esta forma echar cimientos de un fecundo apostolado y constituir en la diócesis la “Obra de Ejercicios Espirituales”, que, radicada en la capital, irradiase su benéfica influencia a los arciprestazgos y parroquias.
Secundado en su proyecto por los organismos de Acción Católica, y con la bendición y aliento del Emmo. señor Cardenal Plá y Deniel, se dieron los primeros pasos en orden a la adquisición de terrenos, ubicación del inmueble, características de la casa y objetivos fundamentales de la empresa acariciada con tanta ilusión.
La carencia de medios económicos dificultaba la realización, pero como se trataba de una obra de Dios, el esfuerzo y la generosidad tuvieron una eficaz respuesta en doña Margarita Pérez, natural de Pelahustán, enamorada de todo lo que significase servicio a la Iglesia, al poner todos sus bienes a disposición de la obra iniciada por don Francisco para la compra de la finca en que actualmente funciona la Casa de Ejercicios.
No faltaron en esta coyuntura aportaciones anónimas de importancia para sufragar los gastos de adquisición, modificaciones, registros, etcétera; se hicieron rifas y tómbolas para allegar medios; se organizaron cuestaciones diocesanas y visitas a organismos oficiales que, percatándose de la importancia de la obra, contribuyeron con generosidad digna de elogio.
Queremos hacer constar el agradecimiento especial que merecen las mujeres de Acción Católica, las cuales recorrieron la diócesis entera propagando con entusiasmo la idea, y algunos hombres, como don Mariano Diez Plaza, cuyos asesoramientos técnicos permitieron ofrecer a la diócesis, en identificación de criterios con don Francisco, obsequio tan preciado.
Tres de esas beneméritas mujeres, de la Acción Católica de Torrijos, se hicieron cargo de la Casa en su funcionamiento inicial, dando ejemplo de una abnegación difícilmente superable.
Las Misioneras Evangélicas. –El movimiento de la Casa y la continuada sucesión de tandas de Ejercicios: Acción Católica, jóvenes, colegios, Cursillos de Cristiandad, que nos gustaría ver restablecidos en la diócesis, etc., obligaron al director a ponerse en contacto con personal especializado, y así, en 1949, se encargó el cuidado y la dirección de la Casa del Buen Pastor a las Misioneras Evangélicas, que desplegaron en aquel entonces una actividad sorprendente. Y con su esfuerzo y espíritu llevaron la Casa a su época de mayor rendimiento y esplendor. Para ellas nuestro recuerdo, y que Dios les pague con largueza la siembra de bien que hicieran en Toledo.
Conocemos su entrega a la obra; las visitas a las parroquias; la organización de tandas; las misiones y conferencias a la juventud; la colaboración en misiones populares; el cultivo de grupos especializados y, especialmente, el auge de los Cursillos de Cristiandad, que alcanzaron un número superior al centenar.
Balance de la primera etapa. –El objetivo de la fundación y las realizaciones logradas en la primera etapa podríamos resumirlas así:
- dar profundidad al sentido religioso en la época de la posguerra, que, a escala diocesana, necesitaba Una orientación vigorosa de unidad y caridad, por las especiales circunstancias de la lucha;
- canalizar e impulsar las corrientes apostólicas con la meditación reposada y formativa propia de los Ejercicios Espirituales, que tanto ayuda a vivir la realidad de hijos de Dios;
- facilitar a los sacerdotes y organismos de Acción Católica un centro para sus actividades, tanto generales como especializadas y, finalmente,
- fomentar las vocaciones sacerdotales y religiosas, pues de las tandas sucesivas salió un contingente bastante crecido de jóvenes que se consagraron al servicio de Dios y de la Iglesia. Estos resultados tan positivos justificaban por sí solos la existencia de la Casa.
2º Hacia una nueva etapa. –Abrigamos la idea de que la Casa de Ejercicios vuelva a ser el motor de la espiritualidad diocesana. Fieles a la voluntad de los fundadores, deseamos que sea fundamentalmente promotora de los Ejercicios, según las normas ignacianas.
A base de la reflexión y del silencio se ahonda en la meditación de las verdades eternas. Este es el camino para la renovación de los cristianos. La reciedumbre de principios doctrinales, hechos vivencia personal, es la que hace florecer el dinamismo apostólico, que nace como exigencia de la plenitud interior. Así llevaremos a las parroquias la inquietud por el Reino de Dios, marcaremos las líneas firmes de un recto comportamiento moral y humano y santificándonos santificaremos a los demás por la difusión de la gracia que poseemos. Solamente el que por dentro siente de veras a Dios está en condiciones de transformar sus criterios y pensamientos a tono con el Evangelio y, al mismo tiempo, dispondrá de la energía necesaria para conformar sus actividades a la voluntad del Padre que está en los cielos, y de la Iglesia, dispensadora de los misterios de Dios.
La vida interior es el alma del apostolado, y no es posible lograrla sin el conocimiento de Cristo, que requiere paz, silencio y reflexión. Ahí tenéis la razón de la insistencia en la necesidad de los Ejercicios. Amando al Señor de una manera consciente y fecunda surgirá el amor a la Iglesia, depositaria de los tesoros de la fe y de los sacramentos, y cauce insustituible y querido por Dios para que llegue a los hombres la voz del Espíritu Santo, no sin la obediencia obsequiosa al Magisterio, que es a quien, en definitiva, se confía la administración de los méritos salvadores de Cristo Jesús.
Pensamiento del Papa. –Al obrar así, nos hacemos eco de los deseos del Papa, que bien con exhortaciones personales, bien a través de los dicasterios de la Curia Romana, constantemente pone de relieve la importancia y actualidad de los Ejercicios.
Así, el 30 de junio de 1970, el Cardenal Secretario de Estado dirige una carta al Presidente de la Federación Italiana de Ejercicios, y en ella afirma “que la oración en la actual sociedad del bienestar es la palanca que eleva el mundo hacia Dios”1. Su Santidad Pablo VI, hablando a un centro de especialistas de la Compañía, dice que ‘‘los Ejercicios Espirituales son insustituibles”2. El Cardenal Secretario, en una carta a la VI Asamblea de Ejercicios de Italia del 1 de julio de 1972 resalta: ‘‘La actualidad y vigencia de los Ejercicios Espirituales; cómo proyectan la luz de la Palabra de Dios sobre las circunstancias actuales de la historia; ocasión de encuentro con la Madre del Verbo Encarnado; su carácter kerigmático”3. El 17 de marzo de 1973, al dirigirse el Papa a los cardenales que practicaron los Ejercicios en el Vaticano, habla del ‘‘valor del silencio y de la oración común”4. En las catequesis de los miércoles, el Papa alude con frecuencia a la necesidad de la oración como remedio al activismo, a la secularización y materialismo reinantes. Y rara es la alocución en que no la coloca en el primer plano de acercamiento a Dios y a los hermanos.
Con referencia a la actualización, el Santo Padre, reafirmando la eficacia que hoy día conservan los Ejercicios Espirituales, pide que se acomoden a la condición de los ejercitantes y al ambiente en que se desenvuelven los hombres de hoy (27-XI-68). Su pensamiento resumido es éste:
- son difícilmente superables;
- su vitalidad se debe a las verdades de la doctrina cristiana que contienen;
- es totalmente ajena a la mente del Papa que el actualizarlos consista en suprimir la doctrina que exponen;
- desea una acomodación a los diversos estamentos y personas que los practiquen.
Sobre la necesidad de profundizar en la doctrina, nos dice el documento a la Federación Internacional de Ejercicios (29-XII-65) lo siguiente:
- que se evite la exposición descuidada de los mismos y la improvisación o falta de preparación;
- que se tenga en cuenta el paradigma maravilloso y magistral que San Ignacio ha dejado, y que se ahonde en la profundidad de la doctrina y que se saque toda su riqueza espiritual utilizando la enorme aplicabilidad que contiene.
En un documento del 25-VII-66 nos repite que sería un error diluir los Ejercicios del retiro con innovaciones que, buenas en sí mismas, podrían reducir la eficacia del retiro cerrado.
Las ideas básicas que han de presidir la actividad de la Casa de Ejercicios en esta nueva etapa las resumimos en las siguientes aseveraciones de cara al bien de la diócesis en general y a la santificación de los fieles, que es, en definitiva, la misión que la Iglesia me confía en calidad de Pastor:
- Deseamos que se promueva continuamente la práctica de los Ejercicios Espirituales siguiendo las líneas trazadas por el Santo Padre. Son el mejor medio para conseguir una espiritualidad sólida y dinámica por el clima de silencio y de confrontación con el gran problema de la salvación.
- Invocamos el celo y entusiasmo de sacerdotes, religiosas, movimientos apostólicos, colegios, etc., y de los fieles en general, para que, en grupos lo más homogéneamente posibles, acudan a la casa diocesana, donde, además de su encuentro con el Señor, recibirán orientaciones que fomenten y hagan realidad la unidad de doctrina y de métodos, dentro de la diversidad de actividades, con la mira puesta en que haya un solo rebaño y un solo Pastor.
- Queremos que se organicen también reuniones de estudios serios de formación teológica-moral que eleven el nivel religioso de nuestros pueblos. Para ello debemos aprovechar la riqueza de nuestras tradiciones, potenciándolas con la savia nueva que exigen los tiempos actuales. Hay que formar dirigentes comprometidos con Dios y con sus conciencias, ya que a la masa la mueve el cerebro, y el que es dueño del castillo roquero lo es también de la explanada. Hacemos votos en este sentido porque se reinstaure en nuestra diócesis la obra de los Cursillos de Cristiandad, que tanto bien hicieron y pueden hacer en un futuro inmediato.
- Concentrar a lo largo del Año Santo, convocado por el Papa, grupos de sacerdotes y seglares que se comprometan a la propaganda y organización de actos, especializados y populares, que preparen un clima apto para la germinación espiritual de las intenciones del Santo Padre en la línea de reconciliación y renovación.
Creemos que de esta forma somos fieles a la voluntad de los fundadores, y la diócesis será depositaria de un dispositivo estratégico espiritual muy a tono con las necesidades actuales y siempre al servicio de la comunidad eclesial.
* * *
En esta nueva etapa se incorpora a la Casa una nueva comunidad religiosa para hacerse cargo de la dirección y administración de la misma. Conocemos su trayectoria, el espíritu que las anima y la vocación de servicio a la diócesis en cuanto de ellas dependa. Les agradecemos su disponibilidad y el haber aceptado esta obra, en que no dudamos darán mucha gloria a Dios y prestarán valiosos servicios a la Iglesia.
Sobre esta comunidad recae de una manera directa la responsabilidad del funcionamiento de la Casa. Ello exige un ordenamiento claro de obligaciones y derechos; un reglamento que regule las actividades del centro.
Estoy seguro de que las nuevas religiosas encontrarán en los sacerdotes y en los fieles los mejores colaboradores para el desempeño noble y leal de su cometido. Para ellas pedimos al Señor grata estancia entre nosotros. Cuentan con nuestra bendición. Y esperamos de su trabajo y afán los mejores frutos.
La Casa de Ejercicios y el Año Santo. –Una última palabra sobre el Año Santo, convocado para el mundo entero por Su Santidad el Papa Pablo VI. Esta llamada del Pastor supremo nos brinda la mejor ocasión para potenciar la Casa en su objetivo evangelizados coadyuvando a una sólida formación religiosa, tendente a despertar el dinamismo consiguiente a la plenitud interior.
Dos ideas inculca el Jubileo: la reconciliación y la renovación cristianas a todos los niveles. Nada más a propósito para una seria reconciliación que asimilar reposadamente las grandes verdades de la fe en unos Ejercicios en silencio y en retiro. Enfrentar al hombre con el problema de su salvación, familiarizarle con Dios en el trato íntimo, liberarle de las esclavitudes y descubrirle los caminos de Dios es colocarle en una auténtica conversión, elemento indispensable para vivir y hacer que los demás vivan el ideal de la justicia y de la santidad. Sólo así la sociedad y los individuos podrán encontrarse y sentirse hermanos en un sincero amor.
El silencio hace posible oír la voz de Dios y la de los hermanos, y él nos depara la respuesta adecuada. Lógica consecuencia será la renovación. Viviendo intensamente el Evangelio se generará una armonía entre el pensamiento y la acción; entre los criterios y las actitudes; entre la fe y las obras; entre lo teológico, moral, profesional y social.
Esperamos para este Año Santo grupos de ejercitantes que, adquiriendo conciencia de este gran acontecimiento salvífico, transmitan a los otros fieles la preocupación por los fines del Jubileo santo. La Casa de Ejercicios debe ser algo así como un gran corazón que va recibiendo la sangre para purificarla y hacerla llegar a todos los miembros del cuerpo místico de la Iglesia toledana.
Estoy seguro de vuestro entusiasmo por la revitalización de la Casa y de la leal y noble colaboración para hacer realidad estos deseos compartidos por toda la comunidad cristiana.
1 Véase Ecclesia, 18 de julio de 1970, 1013.
2 Ecclesia, 11 de marzo de 1972, 375.
3 Ibíd., 5 de agosto de 1972, 1067.
4 Ibíd., 14 de abril de 1973, 453.