La visita del Papa a España y su aplicación a la diócesis de Toledo

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La visita del Papa a España y su aplicación a la diócesis de Toledo

Instrucción pastoral, del 12 de septiembre de 1983, dirigida a toda la diócesis de Toledo. Texto publicado en el Boletín Oficial del Arzobispado de Toledo, octubre 1983, 494-500. No se reproducen aquí los cuestionarios que se adjuntaban al documento.

Pronto hará un año de la visita del Papa Juan Pablo II a nuestra patria española. Durante el tiempo transcurrido desde que vino a estar con nosotros para confirmarnos en la fe y ayudarnos a vivirla del mejor modo posible, hemos recordado mil veces esa visita, y todos nos hemos beneficiado de su predicación y del testimonio de abnegación y de amor que nos dio.

Fue mi intención ofreceros enseguida un plan de estudio y reflexión de la doctrina y orientaciones pastorales que el Papa nos dejó, pero pensé después que era preferible esperar a que la Conferencia Episcopal promulgase el fruto de sus deliberaciones, tras los estudios que habían de hacer –y han ido haciendo– las comisiones episcopales y las provincias eclesiásticas, todo lo cual exigía tiempo.

Como quiera que la Conferencia estaba empeñada en proponer y desarrollar el tema del “Servicio a la fe” como objetivo preferente de su acción en esta etapa que estamos viviendo, pronto se vio que existía una estrecha relación entre lo que los obispos de España considerábamos preocupación fundamental de la hora que vivimos y lo que el Papa nos había predicado. Y que, por lo mismo, era conveniente y hasta obligado estudiar las enseñanzas del Papa, atentos, no sólo al valor que tienen por sí mismas en cualquier momento, sino a la aplicación que de ellas podíamos y debíamos hacer a los planes concretos de acción que ese servicio a la fe nos reclamaba.

A ello obedecen los dos documentos que os envío. El primero, “La visita del Papa y la fe de nuestro pueblo”, pretende exponer la situación en que se encuentra la sociedad y la Iglesia española en el momento actual, y señala los objetivos más urgentes que debemos proponernos. Merece ser meditado atentamente.

El segundo, “El servicio a la fe de nuestro pueblo”, señala las directrices pastorales que deben guiarnos, los criterios o líneas de acción fundamentales que han de ser tenidas en cuenta y los cauces operativos por donde han de discurrir esas acciones para no quedarnos en puros deseos y reflexiones abstractas.

Han de ser la propia Conferencia Episcopal, las comisiones, las provincias eclesiásticas y las diócesis las que ahora se pongan en movimiento. Estudiad bien esos dos documentos. Os envío también, como ilustración de lo que una determinada comisión episcopal, la de liturgia en este caso, propone como inmediato servicio a la fe y reflexión práctica sobre las enseñanzas del Papa en este campo, el folleto titulado La liturgia papal en España.

Espero que otras comisiones episcopales hagan algo parecido para atender el encargo recibido.

Se trata, pues, de que en toda la Iglesia española se realice un trabajo ordenado y amplio, profundo y continuado, de reflexión y orientación pastoral práctica, que nos mueva a poner de nuestra parte todo cuanto esté en nuestra mano para aplicar lo que el Papa nos pidió, y así servir mejor a la fe de nuestro pueblo. Y, como es natural, si no queremos quedarnos en meras programaciones, mejor o peor planteadas, en simples documentos que se leen hoy y se olvidan mañana, tendremos que ocuparnos de hacer esa labor de reflexión y de aplicación, ante todo y sobre todo en las diócesis, en cada diócesis, porque es donde convergen los esfuerzos de todas las demás instancias y donde pueden producirse los resultados provechosos que deseamos alcanzar.

En nuestra diócesis de Toledo #

Lo primero que hemos de hacer ahora es estudiar de nuevo las enseñanzas doctrinales que el Papa nos dejó y los ejemplos de vida que nos dio a todos.

Hemos leído y comentado todo su mensaje, por supuesto. Por nuestras manos han pasado libros y escritos diversos que nos han ofrecido toda su predicación y magisterio. Los tenemos en nuestra biblioteca. Frecuentemente acudimos a ellos. Pero no es suficiente. Necesitamos algo más. Necesitamos estudiarlos ahora con muy atenta reflexión, individual y conjuntamente en la diócesis. Vamos a hacerlo.

Peligros que hay que evitar #

El intelectualismo #

No se trata de hacer estudios profundos ni de presentar ponencias muy acabadas sobre los diversos temas. El Papa ha hablado de un modo sencillo y directo, con la densidad doctrinal que corresponde al eterno mensaje de la verdad revelada, y con lenguaje pastoral inteligible al Pueblo de Dios, del que debe cuidar, como el Pastor cuida de la grey confiada a su solicitud.

Falta de atención a lo fundamental #

Todo cuanto ha dicho el Papa en España debe ser conocido y meditado por nosotros, sacerdotes y personas consagradas, y, en la medida de lo posible, por todos los fieles. De hecho, todos escucharon con gozo y con provecho todas sus predicaciones y discursos. Pero a los efectos de lo que ahora nos proponemos, lo mejor será señalar las grandes ideas que el Papa nos ha ofrecido sobre los aspectos fundamentales de nuestra vida cristiana y nuestra acción pastoral: por ejemplo, sobre Dios Padre, Cristo, la Iglesia, la Virgen María, el hombre, el mundo de hoy, la cultura, el trabajo, la concordia social, la economía; y después, lo que de modo particular corresponde a cada uno de los sectores del Pueblo de Dios, sacerdotes y religiosos, laicos, parroquias y diócesis; a las fuentes de la vida cristiana, como la liturgia y los sacramentos; a sus cauces y exigencias, como la disciplina eclesiástica, la moralidad pública y privada, etc., fijando la atención de modo particular en lo que de modo particular nos afecta.

El naturalismo #

Sería lamentable menospreciar el Magisterio del Papa, olvidarlo, considerarlo como una enseñanza más de las que podemos recibir en esta hora en que abundan tanto los maestros de todo y para todos. Y, más que lamentable, será insensato sustituirlo por adoctrinamientos y acciones pastorales que estén en contradicción, de una manera o de otra, con lo que él ha querido expresamente decirnos. Llamo a esta actitud “naturalismo”, porque equivaldría a un olvido total de la misión que el Papa tiene en la Iglesia y a un rechazo o preterición culpable de la actitud de fe y de humilde y religiosa obediencia –valores sobrenaturales– con que hay que recibir su predicación cuando, como ocurre en este caso, ha querido positiva y expresamente hacerla de un modo determinado, en un momento concreto, y para una Iglesia propia. Daos cuenta de que no se trata de una homilía o un discurso aislado –que siempre merecerían nuestra adhesión–, sino de una visita minuciosamente preparada, con informaciones muy abundantes que ha recibido y solicitado. Visita de larga duración, con muchas predicaciones, con propósitos muy definidos, con deseo, por su parte, de aclarar, confirmar, y, en lo que sea preciso, corregir. En la visita a España, como en las que ha hecho a otros países, está ejerciendo su potestad inmediata, ordinaria, plena, directa y universal, la que tiene en la Iglesia.

Parcialidad y reducción #

Este es otro peligro en que podemos caer, el de recibir con interés una parte de su predicación y prescindir de lo demás. A ello puede llevarnos nuestra propia obstinación, la falta de humildad para reconocer nuestras faltas, el talante psicológico propio que nos hace estimar únicamente lo que ayuda a nuestras concepciones y a nuestro modo de ser, o quizá a lo que es ya rutina y habito interesado en nuestros comportamientos y modos de trabajar, todo lo cual nos incapacita para esa labor de conversión permanente que debería ser normal en nosotros. El reduccionismo equivale así al más torpe egoísmo, torpe y dañoso, porque se traduce forzosamente, dada nuestra función de rectores del Pueblo de Dios, en una manipulación del mensaje recibido que priva a los destinatarios del mismo, del alimento y la luz que por medio de nosotros deben recibir. Somos nosotros los que hemos de comentarlo y explicarlo, con fidelidad absoluta a quien tiene la autoridad necesaria para guiarnos a todos, y para exigirnos a nosotros no decir ni hacer nada que vaya contra lo que nos ha dicho o al margen de lo que ha dicho.

El divisionismo #

Señalo, por último, como peligro evidente a que estamos expuestos, el de fomentar una vez más las divisiones que existen en el seno de la Iglesia, si dejamos de prestar atención a cuanto nos ha dicho el Papa. Es necesario integrar actitudes, asimilar enseñanzas y coordinar comportamientos pastorales. Necesitamos unir esfuerzos y vivir la auténtica comunión eclesial que, cuando se rompe, da lugar también a distanciamientos y separaciones aun de orden humano, como lo hemos visto estos años. Las divisiones ideológicas y los criterios pastorales subjetivistas, alejados de lo que los Papas han venido diciéndonos, han terminado por originar divisiones y rechazos en la convivencia de los que trabajamos en el mismo cuerpo. Esto no era pluralismo bueno y legítimo, sino perniciosa y nociva división entre hermanos.

Pero debo advertir algo. La necesidad de comunión entre nosotros no significa que no tengamos que corregirnos en muchas cosas. Y como el Papa ha hablado con toda claridad y concreción sobre cuestiones que venían siendo objeto de discusión, de ahora en adelante los que rompan la comunión serán los que quieran dejar a un lado, o rechazar tácita o expresamente, las enseñanzas y recomendaciones que él nos ha hecho, puesto que no puede haber comunión eclesial propiamente dicha, si no es de sacerdotes con sus obispos y de éstos y aquéllos con el Papa. Y no se trata de una comunión que se limite a la común recitación del Credo, para salvar lo sustancial, sino de afirmar, con el corazón y la cabeza, todo cuanto él ha afirmado y pedido al dirigirse a la Iglesia de España en el conjunto de sus predicaciones y en cada uno de los temas que ha tocado en cada diócesis, y que eran, según lo dijo expresamente, intencionalmente dirigidos a todas las diócesis de España.

Pensar que no tenemos nada de qué corregirnos sería un error, más aún, una hipocresía.

Juzgo necesario afirmar igualmente que no se trata de partir de cero, ni es lícito desconocer lo que de positivo se ha hecho estos años en la Iglesia española, que es mucho. El Papa también lo ha reconocido y alabado, como no podía menos de ser, y lo que se nos pide ahora es un trabajo de discernimiento, que todos debemos realizar para avanzar en lo que es conforme a lo que la Iglesia señala y evitar lo que ella reprueba como defectuoso, carente de vigor pastoral, o no apto para las auténticas renovaciones que se podían esperar de la aplicación del Concilio Vaticano II.

Entiendo que aquí radica el valor fundamental que para nosotros tiene la visita a España del Papa Juan Pablo II en el discernimiento que estamos obligados a hacer, pero bajo la guía de su Magisterio. No hacerlo sería un pecado de pereza eclesial absolutamente reprobable; hacerlo, sin querer tomar como norma directiva suprema lo que nos ha dicho, sería anticatólico, y nos incapacitaría radicalmente para entendernos en lo sucesivo; utilizarlo para atacarnos o desentendernos unos de otros, sería lo más opuesto a la caridad fraterna, con lo que nos haríamos indignos de la bendición de Dios; no intentar corregir sinceramente nuestros fallos nos convertiría en pastores mercenarios que buscan su provecho, es decir, la complacencia en sus personalismos, que, pastoralmente, es tan reprobable como vivir esclavos de otras pasiones.

Procedimiento #

Debemos proceder ordenadamente y por etapas, porque si queremos abarcar todo a la vez, no haremos nada efectivo. Lo que importa es que reflexionemos sobre lo que nos ha dicho el Papa a todos: obispos, sacerdotes, comunidades religiosas y fieles.

Los obispos ya lo hemos hecho en las provincias eclesiásticas, en las comisiones episcopales, en la Comisión permanente y en la asamblea plenaria celebrada en junio.

Por lo que se refiere ahora a nuestra diócesis, deben reunirse los siguientes grupos:

  • 1º Curia y delegaciones o secretariados diocesanos.
  • 2º Clero de la catedral.
  • 3º Seminarios.
  • 4º Comunidades religiosas, no de clausura.
  • 5º Sacerdotes de los diversos arciprestazgos con cargo parroquial.

Las reuniones han de hacerse con toda sencillez, con toda caridad, en un clima de oración que favorezca la conversión personal y la adopción de los mejores propósitos, y con un método de trabajo adecuado que ayude a la deliberación y examen.

Realizadas estas reuniones y recogidas las propuestas que se hagan, serán estudiadas por el Consejo Presbiteral, con ánimo de que sirvan para redacción de un directorio de acción pastoral válido para toda la diócesis.

Más tarde, la reflexión debe seguir por parte de las comunidades parroquiales y de las asociaciones laicales existentes, para que toda la diócesis colabore en los propósitos que han de movernos.

Método #

Para lograr todo cuanto digo, del mejor modo posible, seguiremos el siguiente íter:

  • 1º Que cada uno estudie ahora los documentos que se envían, y los cuestionarios, previa una nueva lectura de la predicación del Papa.
  • 2º Que ponga por escrito sus respuestas a los cuestionarios y añada lo que deba añadir según su juicio, sin salirse del tema.
  • 3º Que envíen sus respuestas y observaciones los del primer grupo (curia…) al señor Vicario General; los del segundo (catedral) al representante del clero catedralicio en el Consejo Presbiteral; los del tercero (seminarios) al señor Rector del Seminario Mayor; los del cuarto (religiosos) al padre presidente de la CONFER diocesana; los del quinto (arciprestazgos), cada sacerdote a su arcipreste.
  • 4º Los que hayan recibido las respuestas de cada grupo redactarán una síntesis ordenada y fiel de las mismas, con la ayuda de los que ellos mismos deseen, la cual me será enviada a mí directamente.
  • 5º Recibidas estas relaciones, celebraré reuniones con todos los grupos y arciprestazgos para exponer lo que todos han enviado.
  • 6º Por último, se ofrecerá al Consejo Presbiteral el conjunto de las reflexiones y propuestas para que delibere sobre lo que convenga hacer a partir de ese momento, y poder llegar más tarde a la elaboración del Directorio Pastoral Diocesano.

Ruego encarecido #

Os pido a todos con el mayor interés, que os esforcéis por realizar estos trabajos y participar en ellos en la forma ordenada y comunitaria que os he enseñado. Así cumpliremos la obligación moral que tenemos de aplicar las enseñanzas del Papa y renovarnos en el servicio de la fe en que estamos empeñados, y que es la razón de nuestra vida y ministerio. Esto es lo que la Conferencia Episcopal de España unánimemente pide que hagamos, de un modo o de otro, en todas las diócesis.

Esto es también lo que el pueblo católico de España está esperando. Ese pueblo –que no lo olvidemos– recibió y siguió al Papa con tanto fervor y entusiasmo, espera de nosotros vernos también entusiasmados en el propósito de que no queden en el vacío las enseñanzas del Vicario de Cristo que supo penetrar, como pocos lo han hecho, en la historia y en el alma de la nación española para animarnos y fortalecerlos a todos en nuestra condición de hijos de la Iglesia, y a nosotros en la de ministros del Señor y de su Evangelio.

Por otra parte, hemos de ser conscientes de que a la tarea de descristianizar España cooperan hoy muchos factores. El daño que se está haciendo cada día a la vida cristiana es inmenso.

Todo está reclamando de nosotros que nos entreguemos a una vida apostólica, renovada conforme a lo que las circunstancias de nuestro tiempo exigen.

El Señor nos ayude con su gracia.