Presentación de la Misa de santa María para la solemnidad litúrgica de la Anunciación de Nuestra Señora en la liturgia mozárabe, 1993.
Santa María, la Virgen Madre de Dios, ocupa un puesto central en el misterio cristiano, pues gracias a ella y a su libre colaboración pudo realizarse el plan de Dios de salvar a los hombres: Dios Padre llegada la plenitud de los tiempos envió a su Hijo al seno de la Virgen Madre, y el Hijo se hizo hombre por obra del Espíritu Santo. Este Hijo, nuestro Señor Jesucristo, Dios verdadero como su Padre y hombre verdadero como nosotros, nos ha rescatado del pecado y nos ha hecho hijos de Dios para siempre.
Así ha vivido desde sus comienzos la comunidad cristiana, la Iglesia que prolonga en el tiempo el misterio de Cristo redentor del hombre. Y así nos lo han transmitido los autores cristianos, los Santos Padres y la liturgia de la Iglesia.
Entre las personas que más han contribuido a la explicación del misterio de María a la luz del misterio de Cristo para la redención del hombre, destaca san Ildefonso de Toledo (606-667), insigne defensor de la virginidad de María y de su maternidad divina. El es el más antiguo testigo de la devoción a María llamada “esclavitud mariana”, como nos recordaba Juan Pablo II en su primera visita a España (discurso en Zaragoza, 6.XI.1982), el Papa que, con su mote episcopal, prolonga hoy esa misma esclavitud mariana: “Totus tuus”.
La misa del 18 de diciembre, atribuida con fundamento histórico al mismo san Ildefonso, es una de las expresiones más bellas del misterio de María, Virgen y Madre, en el misterio de Cristo, verdadero Hijo de Dios, que la liturgia de la Iglesia vive y celebra en la multiplicidad de los distintos ritos que la enriquecen.
El rito hispano-mozárabe, recientemente renovado siguiendo las orientaciones del concilio Vaticano II, ha conocido uno de los momentos culminantes de su historia en la celebración que el Papa Juan Pablo II presidió en la basílica de san Pedro el 28 de mayo de 1992. La Santa Sede ha concedido a la Conferencia Episcopal Española que en todo España pueda emplearse de acuerdo con los prenotandos, que introducen el misal en su edición típica, y siempre con el permiso del Ordinario del lugar y la aprobación explícita del Arzobispo de Toledo, a quien la misma Santa Sede reconoce como Superior responsable de este rito. (Cfr. Prenotandos, n. 160).
Tengo sumo interés en que se celebre la eucaristía empleando este venerable rito alguna vez al año en todas las parroquias y comunidades de nuestra Diócesis de Toledo. Será una manera concreta de traer a la memoria la fe y la devoción de los que nos han precedido y nos han legado el testimonio creyente y gozoso de su vida cristiana celebrada en la liturgia. Pienso que esta fiesta de Santa María –18 de diciembre– puede ser una ocasión inmejorable para hacerlo.
Por eso presentamos este pequeño misal, como ayuda litúrgica, al que acompañan otras iniciativas encaminadas a capacitar a todos los sacerdotes para la celebración en este rito. Si explicamos de manera sencilla a nuestros fieles de lo que se trata, ellos serán capaces de captar la riqueza espiritual que aquí se encierra, y concretamente con esta misa se prepararán debidamente a la celebración de la Navidad ya cercana.
Que Santa María, la Virgen Madre de Dios, nos alcance para nuestra Iglesia diocesana la pureza de la fe, la coherencia de un testimonio elocuente, el gozo de una esperanza, que sabe que Dios puede hacer lo que es imposible para los hombres, y la fecundidad desbordante de una caridad que sale al encuentro de cada hombre para brindarle la salvación, que nos ha venido por el fruto bendito del seno virginal de María.
Toledo, 25 de octubre
Solemnidad de la Dedicación de la S.I. Catedral Primada
Espiritualidad