Peregrinación diocesana a Roma

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Peregrinación diocesana a Roma

Carta pastoral, con motivo de la peregrinación diocesana a Roma, 1 de mayo de 1992. Texto publicado en BOAT, febrero 1992, 140-144.

Queridos diocesanos:

El pasado mes de diciembre, con ocasión de mi visita canónica a Roma, presenté al Santo Padre el nuevo Misal Hispano-Mozárabe o Visigótico. El Papa alabó mucho la obra que se le ofrecía y accedió enseguida a la petición que le hice: celebrar la Misa en este Rito Hispánico ante una Peregrinación Diocesana de Toledo, en la Basílica de San Pedro.

A esto os llamo y convoco, a peregrinar a Roma para encontrarnos con el Papa en la gran Basílica, el día 28 de mayo del presente año.

El nuevo misal #

La Misa ha sido y es sustancialmente la misma en todos los lugares y en todos los tiempos: la renovación actualizada constantemente del Sacrificio de Cristo Resucitado, puesto que es Jesús el Señor, quien al instituir la Eucaristía dijo: Haced esto en conmemoración mía. Pero los ritos, oraciones y expresiones con que se manifestaba la fe y la devoción que acompañan al Sacrificio pueden ser y han sido variados.

Hoy en el mundo entero se celebra la Misa en rito romano, como lo hacemos todos los días en numerosas iglesias. Pero en los primeros siglos no era así, sino que fueron apareciendo expresiones diversas de piedad y de fe que dieron lugar a distintos ritos: el Galicano en Francia, el Ambrosiano en Milán, el Bracarense en Portugal, etc. En los territorios que se conocen hoy con el nombre de España también fue surgiendo un rito propio que se desarrolló con gran esplendor y pujanza en la época visigótica. Por eso se llama así.

Tras la invasión musulmana del año 711, el rito pudo conservarse en Toledo mejor que en otros lugares en que se fue perdiendo, por lo cual se le conoce también con el nombre de mozárabe –el de los cristianos que vivían entre los árabes– o incluso con el apelativo de toledano, algunas veces. Pero era en realidad el Rito Hispánico, el de los pueblos y las Iglesias de España, que, en los tiempos de San Leandro, San Ildefonso, San Isidoro de Sevilla, etc., había alcanzado un esplendor sin igual. Gracias a San Ildefonso de Toledo y más tarde a la obra del Cardenal Cisneros, reafirmada después, en el siglo XVIII por el Cardenal Lorenzana, el Rito se mantuvo entre nosotros dignamente.

El Concilio Vaticano II ordenó que estos ritos particulares se revisaran para que, conservando su propia identidad, pudieran ser tenidas en cuenta las disposiciones promulgadas en la Constitución sobre la Sagrada Liturgia (SC).

Esto es lo que hemos hecho durante varios años de trabajo. Un grupo de sacerdotes toledanos y de otras diócesis, competentes en los estudios de Teología y de Liturgia, consultando archivos y bibliotecas, manuscritos, códices, etc., bajo la dirección del sabio benedictino P. Jordi Pinell, profesor del San Anselmo, en Roma, han logrado restituir el Misal Hispánico a su auténtica y genuina pureza, eliminando las adherencias que se habían agregado a través de los siglos e incorporando lo que se había perdido en leccionarios, fiestas, del Señor o de los Santos, etc.

El resultado ha sido espléndido. Y se apreciará mucho mejor cuando aparezcan los cuatro volúmenes de que consta el Misal completo. Pero ya ahora este primer libro que hemos editado merece el aplauso de los que entienden la liturgia y la respetuosa atención de los hombres cultos.

Con esa liturgia se alimentó y se manifestó la fe de los españoles en los primeros siglos y una vez arraigada en el suelo patrio, les dio fuerzas para ir participando en la vida de la Iglesia que aquí crecía y para superar incluso las persecuciones y martirios que algunos tuvieron que sufrir en la época musulmana, como antaño las sufrieron durante la dominación romana.

Peregrinación #

Cuando vi cómo el Papa aceptaba mi ruego de que se dignara celebrar una Misa en este Rito en presencia de los toledanos que pudieran acudir a Roma en esta ocasión, enseguida pensé en una Peregrinación, y así se lo indiqué. Daba expresión así no sólo a un anhelo pastoral mío muy sentido, sino también a lo que muchos habían manifestado estos años mientras se iban realizando estos trabajos.

Es un honor para nuestra Diócesis de Toledo ponernos en marcha hacia Roma, la Sede del Papa, sucesor de Pedro; honor que, por otra parte, es signo de la vocación toledana, siempre dispuesta a caminar por los caminos de la Iglesia bajo la luz y el impulso de Roma. Este honor nos ennoblece y nos hará comprender mejor el valor del «patrimonio espiritual de la venerable liturgia, de gran riqueza teológica y espiritual», como dijo en Toledo el Papa Juan Pablo II.

Nunca se ponderará suficientemente esta herencia de siglos, no por lo que sea en sí un Misal, sino por lo que evoca: la educación de la fe de nuestros antepasados. Ir a Roma a la luz de estos pensamientos significa ofrecer al Papa, como centro que es de la unidad, el testimonio de nuestro amor al Evangelio y a la Iglesia, en sintonía con el mismo amor y la misma fe de las generaciones de aquellos siglos.

A Roma vamos siguiendo los pasos de nuestros antiguos Prelados, que siempre en su originalidad se veían afianzados en la Roca de Pedro y sentados en la Mesa común, aún con la diversidad de oraciones y de ritos. A Roma vamos a celebrar la unidad en la diversidad, en la inteligencia de que la diversidad es la otra faceta de la unidad, cuando el Espíritu ha hecho fructificar las peculiaridades de cada Iglesia para hacer más visible la belleza de la Iglesia Universal. A Roma vamos para profesar con los labios la fe que llevamos en el corazón, como reza una invitación del Misal Hispano-Mozárabe. De Roma esperamos iluminación de nuestro corazón para proseguir el camino hasta la venida definitiva de Cristo, el Señor.

Santa Misa #

El Santo Padre celebrará en nuestro Rito la Santa Misa. «Ofrecen este sacrificio al Señor Dios nuestros Sacerdotes: Juan Pablo II, el Papa de Roma, y todos los demás Obispos…» (Del Misal Hispano-Mozárabe). Esta celebración viene a ser un acontecimiento histórico pues hasta ahora ningún Papa ha celebrado la Eucaristía en este Rito Hispánico.

Dentro de los múltiples cuidados y atenciones que el pastoreo de la Iglesia Universal hace gravitar sobre el corazón del Santo Padre, ha querido dedicar un espacio a la celebración de esta Liturgia Hispano-Mozárabe, ahora renovada. Es, por decirlo de alguna manera, como si las manos de Juan Pablo II elevasen la patena de la fe de la Iglesia de Hispania, de sus mártires, confesores, vírgenes y doctores, unida con la Iglesia de Roma, por cuyo vigor ha brotado la floración del Pueblo de Dios en su caminar por las tierras de España.

Confirmación de nuestra fe #

Peregrinamos a Roma como lo hacen hoy tantas diócesis y tantos grupos de todas las naciones de la tierra, puesto que en todos los confines hay ya cristianos católicos que rezan el mismo credo que nosotros.

El Papa ha visitado ya muchas naciones y, dentro de ellas, muchas diócesis, también la nuestra. Vamos a devolverle la visita con veneración y gratitud por el gesto que va a tener.

Necesitamos que nuestra fe católica se robustezca para que sepamos dar testimonio de ella con obras y palabras. Tenemos que saber defenderla, y propagarla. La vida de nuestra sociedad en pueblos y ciudades, en el orden religioso, está siendo amenazada y seriamente dañada por criterios y actitudes de conformismo con una visión naturalista y pagana de la existencia. Hemos de saber luchar contra esto, no con gritos ofensivos ni con quejas lastimeras, sino con palabras, gestos y obras inteligentes, evangélicos, llenos de fe y de amor cristiano a esa misma sociedad de la cual muchos quisieran eliminar la presencia y hasta el recuerdo de Dios. Esta peregrinación junto con las palabras que el Papa ha de dirigirnos pueden ser una oportunidad que Dios nos da para reanimar vigorosamente nuestra fe.

Con San Ildefonso y la Virgen del Sagrario #

Os invito a todos, sacerdotes y seglares, también a los miembros de las comunidades religiosas que podáis ir. Invito a todos los sacerdotes a concelebrar con el Papa en nuestro rito. A los seglares, padres y madres de familia. A los que pertenecéis a los cuerpos docentes o colegios profesionales. No os dejéis invadir por un respeto humano injustificado. Dad testimonio de vuestra fe. Aportando vuestro esfuerzo para que las expresiones de esa fe en la Iglesia sean cada vez más puras, más coherentes, más comprometidas.

No vamos solos. Nos acompaña la memoria de toda la acción evangelizadora que se ha realizado en la Diócesis de Toledo a lo largo de los siglos. Viene con nosotros el recuerdo de un San Ildefonso, por ejemplo, el más elocuente defensor de María Virgen en aquellos tiempos del occidente europeo en que él vivió. Y como premio que Ella quiso concederle viene también la devoción del pueblo toledano a esa misma Madre de Dios venerada después aquí, bajo el nombre bendito de Virgen del Sagrario.

No escatiméis esfuerzos en preparar la peregrinación y mover a los fieles a participar en ella. La Iglesia tiene presentes, actuándolos, sus orígenes, vive de la fidelidad, y cada vez que vuelve la vista atrás es para adivinar y proyectar un nuevo renacimiento.

Confirmados en la fe, volveremos a los cauces de nuestra vida religiosa tradicional y renovada, celebrando con gozo la fracción del pan, anunciando la vuelta del Señor «hasta que vuelva glorioso desde el cielo» (Misal Mozárabe) y colaborando en todo lo que pueda contribuir al conocimiento y propagación del Evangelio.

Os invito a todos a dar gracias a Dios y a estar presentes en Roma los que puedan ir para dar gracias a Dios por el don que se nos hace.

Debemos responder con reconocimiento y gratitud al Santo Padre, conforme a la noble usanza de los pueblos de nuestra Diócesis toledana, en los que brilla siempre el espíritu del agradecimiento. Adoremos a Dios en su unidad y confesándole en su Trinidad Santísima tal como lo profesaron los Concilios de Toledo.

Con mi saludo y bendición.
Toledo, 1 de marzo de 1992.

Venimos porque queremos proclamar nuestra fe #

Ofrecimiento al Santo Padre, con motivo de la peregrinación diocesana. Texto en Padre Nuestro, Toledo, nº 289, 14 junio 1992, 8.

Santo Padre:

Os ofrezco mi más respetuoso y cordial saludo en nombre de la Comunidad Diocesana de Toledo, representada por cuantos hemos venido en esta peregrinación, y también en el de todos los que, viviendo habitualmente en Roma, han querido unirse a nosotros para participar en esta Misa, que se celebra conforme al Rito Hispano-Mozarábico.

Dos motivos nos han congregado aquí: En primer lugar el deseo de manifestar nuestro agradecimiento a Vuestra Santidad por haber aceptado celebrar la Eucaristía en esta venerable liturgia. Es la primera vez que un Papa hace esto. Tendríamos que remontarnos al siglo VI para encontrar no ya algo semejante, sino una verosímil comunicación de prácticas y usos litúrgicos que pudieron haberse producido entre san Leandro y el futuro Papa san Gregorio el Grande, cuando el primero estuvo desterrado en Constantinopla y san Gregorio está allí como Cardenal diácono, legado del Papa Pelagio II. Consta que se forjó entre ellos una gran amistad.

Gracias, Santo Padre, por esta delicadeza de espíritu que le hace ser tan comprensivo y benévolo para cuanto en la Iglesia Católica florece como testimonio vivo de la fe, idéntica en su contenido, distinta, a veces, en los modos con que se expresa. La Hermandad y Cabildo Mozárabes y todos cuantos estamos aquí, sentimos la honda alegría espiritual que este hecho nos produce.

En segundo lugar, venimos porque queremos proclamar nuestra fe. Hay aquí feligreses de muchas parroquias, padres y madres de muchas familias cristianas, sacerdotes gozosamente entregados a sus tareas pastorales, seminaristas de los varios centros de formación sacerdotal que funcionan en la Diócesis con sus profesores, superiores… Todos conscientes de que, si nuestra fe se fortalece dándola, también se reaviva proclamándola, cantándola y recibiendo de Vuestra Santidad las palabras de luz y de aliento que siempre brotan de sus labios.

Toledo vive esta fe desde hace muchos siglos, en sintonía plena con la Iglesia de Roma. Por si algo faltara, sucede que desde hace unos días en el pavimento de esta Basílica de San Pedro ha quedado inscrito el nombre de nuestra Primatialis Ecclesia Toletana y, por las dimensiones que le corresponden ha venido a quedar la inscripción junto a la Catedral del Papa, San Juan de Letrán. Todo un símbolo. Nosotros confiamos en que será también una realidad.